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26-30, M
Iniciado de primer rango, Heredero de la Orden.
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S1564337 · 26-30, F
AU.
Parte i.
[code]Estaba confundida.Parte i.
No entendía qué había sucedido en el último par de días. Las cosas, de por sí desastrosas y mal encaminadas desde el inicio del objetivo, terminaron fracturando la escolta y dispersaron a todos los soldados en direcciones diferentes confundidos por la espesa neblina casi negruzca que los rodeó apenas entraron al Bosque Oscuro. Salander, encomendada por el Regente de Xeivia, y la princesa, reunió a un pequeño grupo de sus hombres más cercanos y de mayor confianza, con la misión de explorar los terrenos mágicos de los distintos lugares desconocidos para el reino, que podrían suponer una amenaza. Iniciaron con El Monte de Arañas. Los rumores decían que en ese lugar podías encontrar a las especies de arácnidos conocidas — y desconocidas — con diferentes poderes. Algunos, podían arrebatarte la vida con la rozadura de sus colmillos, otros, ponzoñosos, se alimentaban de tu cuerpo para ovoposcitar; los más excitantes sin duda, eran aquellos con las propiedades mágicas fundamentales para curar, engrandecer o brindar habilidades excepcionales a quienes encontraban dignos. Lo cierto era que, algunos rumores fueron ciertos, y el resto llanos cuentos creados para alejar a la población. Salander prometió que, si no revelaba la información verdadera, el Rey del Monte mantendría un acuerdo de paz para con el reino de Xeivia. A cambio, la general tuvo que sacrificar un tributo. Algo a lo que Murtagh, su fiel mano derecha, se opuso.
Posterior a su salida del monte, se encaminaron con los caballos alados y sus animales mágicos, al camino del Bosque Oscuro. Las historias entorno a éste eran más tenebrosas y misteriosas que las del Monte. Pocos podían siquiera acercarse a las inmediaciones de su frontera, y aquellos que tenían la sabiduría suficiente para internarse, jamás fueron vistos de nuevo. Sólo una persona había entrado y salido con vida: el antiguo general del ejército, el honorable X. Y, desde su llegada, se recluyó en su morada y jamás salió de ahí. X había sido su mentor, antes de partir. Por ello, esta misión de cierta forma, era una manera de redimir el honor de su maestro; y, al mismo tiempo, entender los misterios y retener los mitos.
Lamentablemente, el Bosque Oscuro los encontró indignos. Tan pronto la cruzada atravesó la frontera, una neblina oscura rodeó a todos los soldados. Cuando Salander empezó a moverse, con las extremidades entumecidas y los ojos llorosos de un gas (invisible) que se los irritaba, se dio cuenta que estaba en un lugar muy distinto al de su conocido hogar.
Tan pronto la neblina se despejó, los ojos de la general vislumbraron aceras adoquinadas, carros atravesando las piedras y personas de vestimentas extrañas recorrer las calles. Estaba confundida, cuando caminó por el estrecho callejón hasta la salida de una avenida y miró a ambos lados, con los ojos curiosos y cautelosos de un animal salvaje retenido en un ambiente ajeno a su hábitat. Sus ropas, desafortunadamente, desentonaban con el ambiente. Por suerte no portaba vestido. El traje de guerra consistía en unos pantalones ceñidos a su cuerpo, con la camisa holgada, pero cubierta del corsé de la armadura, más pesado que ella misma. Sus hombros, desnudos, sólo mostraban la porción de piel que no suponía peligro en la guerra, pues el cuello y la parte donde cruzaban sus venas y arterias más importantes, también estaban cubiertas de metal. Intentó, de cierta forma, ocultar la espada afianzándola a su extremidad, pero toda ella era un aviso inminente. Mírame.
Cruzó un mercado, observando alrededor mientras intentaba moverse por los lugares oscuros y más concurridos de forma que se moviera entre la gente y no fuese notada. De un puesto de telas domésticas, tomó un cuadrado de color gris que usó de capa y sujetó al meter los bordes en la protección de su cuello. Así, al menos, cubría el resto de su cuerpo. Sabía que había sido magia, lo que estaba controlándola en ese momento. Y todo acto mágico tiene un punto reversible, una llave que ayuda a regresar al origen. Tal vez era un sueño. Tal vez había sido envenenada en el Monte de Arañas y esto era la ilusión del mismo. Aún así, necesitaba respuestas a su imaginación. [/code]