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Iniciado de primer rango, Heredero de la Orden.
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LylColl · F
El gesto en el rostro de su pareja le provocó un suspiro apenas audible. Sintió un poco de lástima por el rastreador que la había llevado hasta Ryan, se veía que era un novato pues a pesar de las formalidades que debían tenerse para con Ryan por ser un Greenwood todo el que tuviera tres dedos de frente y conviviera un poco con él sabría lo mucho que odiaba todos los títulos y adulaciones que le daban. Lyla aún recordaba la manera en la que renegaba de su título ante su madre quien casualmente fue mencionada tras un intercambio de información.

La mujer que había traído al mundo a los hermanos Greenwood, al novio de la pelirroja, era quien más podía hacer que la sangre le hirviera a la chica. Ambas se parecían en algo: su orgullo y necedad; Jean siempre empeñada en hacer sentir menos a la invocadora, recordándole su papel de una simple huérfana con quien a Ryan no le convenía estar pues no había nobleza alguna en su estirpe.
La chica se preparó mentalmente para oír la sarta de órdenes y quejas que la cuñada del Lord Regente seguramente pidió se informaran pero Ryan con una orden hizo callar al rastreador, Lyla no había notado que aguantaba la respiración como acto reflejo a su enfado hasta que su amado le colocó su abrigo encima y ella se sintió menos tensa, sacando así el aire de sus pulmones.

En cuanto el rastreador se fue y se encontraron solos en medio de un paisaje tan esplendoroso ella quiso decirle lo agradecida que estaba porque las solicitaran a ella y a Marie como auxiliares pero se perdió en la verde mirada de su novio quien pasó a tomar sus manos y después a besarla. Cuando sintió sus fríos labios sobre los de ella se dió cuenta de cuánto lo había extrañado en realidad; la cercanía, su olor, su amor que casi parecía palpable para ella. Cerró los ojos dejándose llevar en aquél encuentro entre labios, moviendo los propios de manera rítmica con los de él y colocando su diestra en el cabello despeinado de la nuca de Ryan.

No importa cuantas veces lo besara, ni el tiempo que llevaban juntos, siempre se sentía como si fuese la primera vez. Había un chispazo indescriptible al unirse sus bocas, al tocarse, al estar en la misma habitación.

— No tienes idea de lo difícil que es estar lejos de tí. — Le dijo Lyla entre besos, incapaz de separar sus bocas por más de un segundo.

Desde que habían sido separados su único deseo era encontrarse con él de nuevo. Sin Hunter y Ryan las cosas en Inglaterra no eran iguales, no se sentía esa familiaridad y cotidianidad en los días. Ryan, Hunter y Marie sin duda eran la familia que Lyla tenía y los amaba por sobre todo y todos en el mundo; habían estado juntos desde niños, crecieron hasta convertirse en lo que eran, impulsandose los unos con los otros para mejorar a cada instante. Lyla ya no concebía una vida sin su familia y mucho menos una sin Ryan.

Con el pensamiento de ver su mirada una vez más se obligó a separarse un poco para abrir así los ojos y esperar encontrarse con los contrarios que iluminaban más que cualquier estrella en el oscuro cielo. Encontrándose así el fuego con el hielo.