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RsL1574861 · M
Lo sabía. Sabía que tener que sacrificar uno de los gustos de Akemi por tratar de conservar uno de los suyos, y del padre de aquella chica, sería algo injusto. Pero situaciones desesperadas requerían esa clase de medidas.— Pero, Kemi-san, no es justo. No puede decomisar a Paris, además, usted me prometió que tendríamos rutinas juntos en el gimnasio en casa... No puede fallarme ahora. Lo prometió. —Insistió. Frunció ligeramente el entrecejo y poco después la guió, forzadamente, a donde debería estar dispuesto el equipo de entrenamiento.— Lo hará. Prometió que lo haría. Esa fue la condición.
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