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RsL1574861 · M
Asintió, lento, dubitativo incluso.— Es la primera persona que escucho utiliza esas palabras, y la forma en que lo dice... Es terrible. —Todo el cuerpo le tembló a causa de un escalofrío, uno que incluso llegó a erizarle la piel con el solo hecho de recordarla y aquel eco de repeticiones que su mente invocó. Era terrible.— Kemi-san, por favor, no lo haga. No es necesario involucrarse en problemas con su madre por algo innecesario... Podré coser a Paris en cuanto... Recuerde cómo coser. Estará bien y regresará a su lugar sin problema.
AkemiHanamiya · F
— Ya estoy bien, así por lo menos dejaran de molestar. —Odiaba las habladurías y que la prensa estuviera siempre involucrada, eran aves de rapiña tras la carroña. Entre más polémico o dramático el titular, sería mejor para ellos.— Creo que tienes un pequeño trauma con esas palabras. —Aunque no lo podía culpar, hasta ella tenía ese trauma desde su más tierna edad, todo culpa de su progenitora.— Lo haré por Paris y porque si le voy a reclamar de una vez, no me va a dejar ni comer esa rebanada. —Tomó su mano y sonriendo más animada se encaminó a la pastelería.
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— Pero... Kemi-san debe ir. Seguramente están preocupados por usted, ha pasado mucho sin salir de casa. —Suspiró. Se sintió triste por aquello... Porque había sido totalmente su culpa. Apartó la mirada, solo un momento y la regresó cuando escuchó esas palabras tan particulares que lo congelaron. Pero pareció relajarse cuando descubrió provenían de ella.— Preferiría no escucharla decir esas palabras nunca.. Siempre viene un regaño después. —Eso o una dulce observación que lo obligaba a hacer cualquier cosa que ella pudiera por su seguridad mental.— Kemi-san no es necesario que haga algo así, está bien... Solo hace lo que cree es mejor para usted, no se enfade con ella. Mejor vamos a comer.. Paris habría querido una rebanada de pay de limón. —Intentó sonreír, incluso buscó la mano de ella para tomarla entre las suyas y así guiarla hacia el local.— Vamos... Por Paris.
AkemiHanamiya · F
— No te disculpes, es culpa de mi madre y su afición por lucir perfecta, ya le dije que no quería ir. —Sintió rabia hacia su progenitora, no era justo que usara las cosas de Regulus para amenazarlo, sabía muy bien que era la única persona a la que le hacía caso de sin protestar demasiado.— ¿Ya sabía? Bueno, tiene sentido, pero sería muy vergonzoso para mí decirle eso. Esperemos que solo diga "Ara, Ara" cuando nos vea y no pregunte más. —El escalofrío la recorrió de pies a cabeza, acompañado de la vergüenza que la idea de dar explicaciones le causaba. Pero fue sustituido por el enfado.— Eso es injusto. Si tiene problemas con mi dieta, yo misma me enfrentaré a ella, soy yo la que te desobedece, no mereces que te castigue.
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Curvó los labios. Se sintió contagiado de la desilusión que ella pintó en su rostro, esa misma que lo hizo sentir culpable y tratar de pensar en algún remedio. Pero no existía ninguno, no se podía contradecir a la señora Hanamiya. Jamás. Al menos no si querías vivir en paz. Tomó aire y lo soltó con fuerza mientras que negaba un par de veces.— Lo siento, Kemi-san. No era mi intención levantarle la voz pero... A veces no sé cómo decirle que no. —Confesó. Rodó los ojos un momento y volvió a suspirar. Él ya lo sabía, incluso presentía que el ánimo tan grande de la chica no pasaría creíble debido a un trozo de ordinario pastel.— Quizás ella sabía que sucedería hasta antes de ello. O quizá no sabe aún, pero no podré mentirle si me pregunta. Es terrible cuando toma las tijeras, le cortó la colita a Paris cuando dije que permitiría usted comiera una rebanada y una malteada. Creo que el café sería la mejor decisión.
AkemiHanamiya · F
— Bueno. —Bajó la mirada en el momento en el que lo escuchó, sintió ganas de llorar, no estaba acostumbrada a escucharlo hablar en ese tono. Se dio por vencida en su intento de tener más de un dulce, porque Regulus no iba a ceder, no con sus dinosaurios en medio del problema, aparte no encontraba forma de refutar las palabras.— Ella siempre lo sabe, todo lo averigua, no se le puede ocultar ni el más mínimo detalle. Debe estar hasta enterada de que nos besamos. —Suspiró y solo pudo cruzarse de brazos.— Espero poder acompañarlo con café.
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— ¡Kemi-san, no! —Levantó la voz, no con fuerza ni enojo, fue más bien un acto infantil en el que intentó defenderse e imponerse al mismo tiempo sobre ella. No iba a arriesgar sus dinosaurios.— Su madre lo sabrá, ella se enterara así nadie le diga. Conoce su peso, sabe cuánto podría aumentar antes de mañana por el pastel... ¡Y sé que comerá hasta más de dos rebanadas si me distraigo! —Insistió. Las mejillas se le ruborizaron ligeramente, por vergüenza, por fuerza. Y negó.— No voy a ceder, lo siento, Kemi-san, pero no podrá ser más de una rebanada. Lo siento.
AkemiHanamiya · F
— Por favor, Regulus. —Juntó sus manos frente a su pecho como si realizara una plegaria. Incrementó el mohín que realizaba e incluso comenzó a realizar pequeños sonidos de inconformidad.— No se tiene que enterar. En verdad, sino le dices, yo no le voy a decir. —Se inclinó hacia el frente para que no pudiera escapar de ella. Eran injustas las formas de su madre, los dinosaurios eran la debilidad más grande de Regulus y negarselos era conseguir que él hiciera cualquier cosa.— Por favor, solo una más.
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— No, no. Lo siento, Kemi-san, no... —Negó, pero cortó sus palabras en el momento que llegó a encontrarse con aquella expresión de frente. No importaba qué hiciera o dijera, una vez que llegaba a encontrarse en contacto con ese berrinche, se convertía en un ser diferente, uno que estaba casi a su merced. Cerró los ojos, respiró y terminó por negar mientras que mantenía esa postura.— ¡Lo siento, Hanamiya-san pero su madre ha sido muy directa conmigo! Si la dejo comer más de una rebanada de pastel no me devolverá a Paris y a Cera. —Explicó. Era mayor el miedo de perder sus peluches de Parasaurolopus y Triceratops que verse enemistado con ella. Así que sin más, continuó el camino hacia la pastelería.— No hay forma de escapar de esto. Lo siento, no está a discusión.
AkemiHanamiya · F
— ¿Solo una? No es justo. —Reclamó. Su madre se había inventado una dieta a la víspera del baile. No le gustaban esos eventos masivos y todo lo que conllevaba, estar frente a cámaras y con tantos desconocidos no era una idea con la que se sintiera muy cómoda. No después de lo que había sucedido, pero su madre pensaba que era buena idea reinsertarse en la sociedad y mostrar al mundo que se encontraba bien y el secuestro era solo un capítulo más en la historia de los Hanamiya.— Mañana comienzo al dieta, hoy déjame disfrutar, hace mucho que no voy. Por favor Regulus. —Hizo un pequeño puchero y lo miró con ojos de cachorro, esos que tenía tanto tiempo sin usar.
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