Estaba casi segura de que su madre se iba a negar rotundamente al cambio, porque cuando recién lo habían asignado, ella había protestado hasta el cansancio que no necesitaba un niñero, pero la cabeza de la familia se mantuvo imperturbable y no cedió ni un milímetro. Le molestó que tan solo aceptara su decisión, al final solo le importaba hacer su trabajo, quien fuera la persona no era relevante.— Cuando bajes dile a mi madre que no quiero desayunar por favor, si me necesita estaré en mi habitación. —No volteó a verlo y solo salió del cuarto cerrando la puerta tras de sí. Apoyó la frente contra esta, pero no podía retractarse de su decisión.

Volvió a suspirar, con la cantidad de veces que lo había hecho ese día, ya la mitad de su alma posiblemente se había escapado. Ahí estaba de nuevo su apellido, ella era menor, no le debía ese respeto. Y cada vez que lo escuchaba era como si un muro se alzara frente a ella.— Si puedo hacerlo. —Negó con suavidad y formó puños con sus manos, las cuales mantuvo a los lados de su cuerpo.— No te estoy impidiendo hacer tu trabajo, puedes acompañar a mi madre, para hacerlo bien no me necesitas a mí. —Intentó rodear y conseguir llegar a la salida que ella misma bloqueaba.— Regulus, no te voy a quitar el deber, solo que ya no seré el objetivo, hablaré con mi madre al respecto. Así quizás, ya no tengas que llamarme por mi apellido porque no me deberás ese respeto.

Se mantuvo en silencio, lo único que hizo fue bajar el brazo y llevarlo contra su pecho. Estaba estoica mientras lo escuchaba, su mirada seguía cada uno de los gestos y movimientos que hacía. Incluso cuando él terminó de hablar y se encontró sola en la cama, solo pudo suspirar, en su opinión se contradecía. Se incorporó pero no se levantó del todo, solo se arrodilló sobre la cama.— En este momento no eres mi guardaespaldas, esa barrera no debería existir, lo comprendo fuera de esta casa, pero no aquí. —Se comenzaba a molestar por esa barrera y esa línea tan marcada.— Regulus, por hoy quedas relevado de tus deberes. —Se puso de pie dispuesta a salir de la habitación.— Saldré sola.

— Y-yo, yo quiero descubrir, experimentar, vivir. Sé que puedes volver en cualquier momento a tu época, si es mañana me va a doler, si es en unos meses también. —Se giró mirando al techo, siguiendo las pequeñas líneas con su mirada.— Por eso en lugar de pensar en el futuro prefiero disfrutar hoy, crear recuerdos hoy. No tener vivir con el remordimiento del hubiera. —Extendió la mano frente a sí, como si existiera algo invisible que quisiera alcanzar con sus dedos. ¿Qué era lo que quería realmente? Más allá del capricho de sentirse una niña invisible ante sus ojos.— Quiero derribar esa barrera que hace que me llames por mi apellido. Sé que puede sonar egoísta, pero quiero que me mires, me mires por quien soy. No solo como un deber.

— No sé, en muchas ocasiones no sé lo que pasa por la mente de mi madre, no la entiendo. —Sintió como la tristeza invadió su mirada, ni ella podía comprender muchas de las acciones de su madre, algunas incluso duraba un gran tiempo para encontrarles sentido, pero cuando lo hacía, todo encajaba; algo de lo que podía estar segura, es que nada de lo que hacía su madre tenía una mala intención.— Dime la razón por la que no está bien. Por la que estar cerca de mí es malo. —Juntó las manos a la altura de su pecho, en un intento por abrazarse a sí misma. Y lo miró con ternura aferrado al pequeño dinosaurio, aún podía recordar el rostro de alegría el día que lo tuvo en sus brazos por primera vez.— Yo tan solo quiero que dejes las etiquetas, que dejes de pensar con racionalidad y te dejes llevar por lo que piensas. Quiero que te liberes, Regulus. Que disfrutes sin ataduras o prejuicios.