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Rmulus · M
Se quejó con un bufido al resentir el dolor de la herida siendo tocada; Romulus sentía en su boca un sabor agridulce tras todos los acontecimientos recientes, pero el perfume de Calipso amenazaba con llevarlo a la locura como en antaño. Cuando los delicados dedos femeninos lo hicieron alzar la mirada, Romulus frunció el ceño y, por un instante, se cuestionó si no estaba siendo demasiado estricto con ella. Las predicciones del oráculo eran definitivas, no se podían evitar.

Pudiste haberme avisado antes. Sabías que él intentaría matarme y aún así lo metiste a mis dominios. ¿Cómo quieres que no esté molesto contigo? —Inicialmente planeó lanzar un comentario más hiriente, algo que la lastimara, no obstante, fue incapaz de hacerlo. Por una vez decidió decir la verdad, lo que pensaba, sentía... Cómo lo percibía. —No es así como planeaba volver a verte.
Cso1573019 · 22-25, F
Romulus...

No intentaba convencerlo. Sabía que no le perdonaría el haber llevado a Remus al castillo a sus espaldas en un acto de deslealtad y traición. Pero quizá Romulus no entendía que él había sido malo mucho tiempo atrás. El Rey también había sido deleal, para con su esposa y ella misma, y también le había traicionado, cuando se fue de la isla Ogigia después de enamorarla y cuando, manteniéndola oculta, la hizo su amante en sus noche en pena. Pero sabía también que, por mucho que la odiase, no podía apartarse. Estaba ahí después de todo.

Volvió a presionar la herida con la tela y el tónico, sin intentar retomar su mirada de nuevo. Sus palabras fueron tan bajas, que parecía contárselo a sí misma en secreto.

Voy a tardar más de lo esperado... —Le tomó el mentón con su dedo índice, levantándolo para observarlo. —Yo tampoco tuve posibilidades de elegir.
Rmulus · M
Mantuvo la mirada fija en la pared frente a ambos cuerpos en un intento por evitar mirar a Calipso tan de cerca. No había tenido opción alguna; el entrenamiento había salido mal y Remus terminó por desquitar su ira contra Romulus a puño limpio y, por su parte, el Rey no había luchado de vuelta porque una pequeña parte de él sabía que merecía eso. Acudir a su médico era una espada de doble filo y permitir que sus guardias lo vieran era aún peor, no quería que señalaran a Remo y lo intentaran asesinar por atentar contra el soberano.

No, no podía. Créeme, si hubiera tenido más opciones, las habría tomado.

Sus venenosas palabras salieron directamente de la molestia que tenía para con su ex amante. Ella era una traidora, él le había mostrado cada secreto en una confidencia de cama... Y aún así...

Termina y me iré pronto, así ninguno tendrá que ver la cara del otro en un rato.
Cso1573019 · 22-25, F
¿Por qué debía de lucir más llamativo con golpes en el rostro? La diosa no entendía su fascinación por los hombres lastimados, ni su sentido de protegerlos y cuidarlos. Se mordió el labio, nerviosa, mientras estiraba su brazo para limpiar la herida en el pómulo masculino, sintiendo cómo su aliento chocaba con los dedos que no sostenían el pedazo de tela. Cerró los ojos unos segundos, intentando tranquilizarse a sí misma; lo único que funcionó fue alejar el brazo e intentar poner una distancia que la trajera a la realidad.

Debiste ir a tu médico personal. Ahí podrían atenderte mejor.

Desde que habían tenido la aparición magistral en el castillo, Calipso sentía más lejos que nunca a Romulus... Hasta esa noche, en que irrumpió en su habitación, agitado y herido, sin darle opción a negarse porque ella... Porque ella no podía.

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