— ... Hrrrm ¿Porqué llevas cara de confusión? ¿Aún no entiendes lo que trato de explicarte? — Se rascó su mejilla con la garra índica derecha, suspirando un poco mientras se sentaba al frente de ella, ya habiéndole demostrado que él no era una amenaza a pesar de su forma temible. Por lo que también enrrolló aquella acorazada cola alrededor de su propia cadera, y estando sentado quedó casi al nivel del mentón de la mujer, pues aquel musculado monstruo humanoide medía más de 2 metros, notándose acorazado y con ropa destartalada.

Su rostro también reflejaba un poco de confusión y tristeza aún, no por su presencia si no por su reciente pérdida. Tendría que explicarle a las niñas del mejor modo posible. (...)