18-21, M
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PssA1518209 · 26-30, M
Su rostro no mostró sobresalto alguno más que una frívola e inexpresiva mirada que parecía querer consumir todos los ánimos que el León dorado traía consigo. Escuchó, sin interrumpirle, lo que tenía que decir, alargando un último paso para detenerse justo frente a éste.
—¿Y tu armadura? — Cuestionó ásperamente, para luego llenar de aire sus pulmones y resoplar solemnemente.
—El templo de Pisces no es para estar jugando, Leo. — Agregó, alcanzando su cintura con su palma diestra. Realmente el que éste hiciera la consulta sobre sus Rosas logró impactarle un poco y un deje de desconcierto se dibujó en su rostro. “Debe estar bromeando” Asumió, devolviéndole la mirada al punto de examinarle nuevamente. “Eso debe ser, no es posible que quiera verlas sin su armadura”
—Si tu curioso espíritu se encontrase con mis envenenadas Rosas, no vivirías para contarlo. — Dio un paso atrás y viró su cuerpo lentamente. —Te aconsejo que te retires y si planeas visitar al Patriarca, lo hagas rodeando éste templo. — No por nada era el Caballero más solitario y menos social que existía, no lo era por tener un ego significativamente alto, sino por las consecuencias que la naturaleza de Pisces podría tener, desfavorable, aun para un Caballero dorado.
—Nos veremos en otra ocasión, Leo. — Meneó su muñeca, en seña de despedida mientras se perdía en el interior del templo.
—¿Y tu armadura? — Cuestionó ásperamente, para luego llenar de aire sus pulmones y resoplar solemnemente.
—El templo de Pisces no es para estar jugando, Leo. — Agregó, alcanzando su cintura con su palma diestra. Realmente el que éste hiciera la consulta sobre sus Rosas logró impactarle un poco y un deje de desconcierto se dibujó en su rostro. “Debe estar bromeando” Asumió, devolviéndole la mirada al punto de examinarle nuevamente. “Eso debe ser, no es posible que quiera verlas sin su armadura”
—Si tu curioso espíritu se encontrase con mis envenenadas Rosas, no vivirías para contarlo. — Dio un paso atrás y viró su cuerpo lentamente. —Te aconsejo que te retires y si planeas visitar al Patriarca, lo hagas rodeando éste templo. — No por nada era el Caballero más solitario y menos social que existía, no lo era por tener un ego significativamente alto, sino por las consecuencias que la naturaleza de Pisces podría tener, desfavorable, aun para un Caballero dorado.
—Nos veremos en otra ocasión, Leo. — Meneó su muñeca, en seña de despedida mientras se perdía en el interior del templo.