*Hacer enfurecer a una criatura nocturna, no es buena idea realizar tal acto. Sin embargo, Kanato dejaría escapar una serie de risotadas bastante siniestras cuando el joven haría el burdo movimiento de acercarse a la puerta, girar la perilla, y posteriormente, salir de ahí.*
- ¿Piensas irte tan rápido?, ¿aún cuando hay mucho qué hacer y ver? -Estrujando en brazos al oso de felpa, Kanato no le quitaba la mirada de encima al azabache. Mirándole cuan despectivo y burlón, porque entre su poder de manipular, había colocado parte de aquel poder en la cerradura de la puerta, misma que no se abriría. Entonces, sin el previo aviso, se acercó al azabache quedando a espaldas de él y viendo a susurrar al oído- - Si lo deseo, puedo asesinarte ahora, pero creo que tengo una mejor idea. -Esbozó una sonrisa en su pálida comisura, mientras todo se iba tornando más y más siniestro y lúgubre, al punto de estar ahora en otro lugar. Ciertamente, kanato había utilizado sus tétricos poderes para teletransportar al joven a una especie de celda, un cuarto oscuro, frío y sucio.- Bien, que duermas y sueñes con los angelitos, grita si necesitas algo, mi estimado "amigo".
*Su mirada se enfocó al azabache, quedando él adentro y Kanato afuera de la celda. No era nada tonto, al parecer disfrutaba mucho de torturar a sus semejantes no solo en la cuestión física, sino también la psicológica, después de sus mórbidas palabras, dejaría al joven Rayne dentro, solo y en plena oscuridad de un ambiente lúgubre de aquel calabozo.*