Oportunidades así no suelen presentarse. La pregunta es... ¿Como abordar? Si se presentara desvalido, sería poco creíble. Si se aproxima muy confiado, sería sospechoso. ¿Debería entonces acercarse siendo un desvalido confiado? Eso como mínimo, lo haría parecer estúpido. Y es mejor ser sacrificado que parecer estúpido... Al menos sin ganancia; no solo parecería, sino que lo sería.
— Disculpa... — Se acerca con ambas manos en alto, más aún mantiene esa expresión de niño extraviado, por el bien de su narrativa. — El gato se ve en mejor condición que yo, pero no hará falta alzarme en brazos y darme consuelo. Me basta con saber dónde estoy y como llegué hasta aquí. — Eso pudo haber sonado muy invasivo, pero también lo suficientemente realista, más si lo dice con una voz llena de consternación. Aún si todo es una asquerosa mentira.

Salir del bosque, buscar lo necesario y volver, esa era la rutina que la sanadora tenía en el clan. No debía perder su camino o podía haber consecuencias. En su camino de regreso se distrajo, solo unos minutos pues el pequeño gato no dejaba de seguirla emitiendo maullidos tratando de llamar si atención, seguramente estaba hambriento. Lo cargó en brazos. — Ow... ¿Estás perdido? — inmediatamente el gato se refugió en sus brazos ronroneando alegre de haber encontrado un poco de calor y seguridad.

— ¿Hum? ¿Una sacerdotisa? ¿Podré pedir ayuda? — Inocente, desamparado, con la capucha en su cabeza y mirada de preocupación. Nada más está buscando obtener conocimiento, pero mejor parecer perdido y ligeramente preocupado.