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RaidouKuzunoha · 51-55, M
Fue entonces cuando todos se detuvieron, encarando hacia la misma dirección, mientras que el detective hacía lo propio al mover solamente sus ojos en la dirección a la que los espectros le indicaban: Un almacén abandonado. Vigiló por última vez que nadie indebido estuviese metiendo la nariz donde no debía, antes de separarse de la multitud de gente que iba y venía por la zona, entrando sigilosamente en la infraestructura. Una vez dentro, aseguró la puerta detrás de sí con un largo objeto metálico.
—Veamos... ¿Tendré el honor de ser tu siguiente presa?— Expresó cómo un pensamiento para sí mismo, en el silencio de la habitación que solamente era interrumpido por el goteo de una cañería rota.
—Veamos... ¿Tendré el honor de ser tu siguiente presa?— Expresó cómo un pensamiento para sí mismo, en el silencio de la habitación que solamente era interrumpido por el goteo de una cañería rota.
RaidouKuzunoha · 51-55, M
Sus pasos resonaban por el frío pavimento de la calle, con aquellos zapatos de punta que producían un sonido particular, mucho más agudo y sólido que el de un calzado deportivo. Su mirada iba al frente, de vez en cuando mirando de reojo asegurándose de que nadie de apariencia sospechosa lo estuviese siguiendo, e incluso se dirigía de manera audaz hacia los callejones laterales que se aparecían mientras continuaba con su marcha; cualquier lugar dónde su objetivo pudiese estar era observado de forma sutil por el invocador.
Sabía que localizar a una maldición no sería una tarea sencilla, incluso si sus habilidades y sentidos de percepción eran superiores a la media, incluso considerado lo mejor de lo mejor; seguía encontrando su límite en las reglas que su cuerpo humano le imponía.
Es por eso que iba acompañado por aquellos espíritus menores; un trío de Poltergeists, quienes se encargarían por él de detectar cualquier rastro de energía maldita en el ambiente.
Sabía que localizar a una maldición no sería una tarea sencilla, incluso si sus habilidades y sentidos de percepción eran superiores a la media, incluso considerado lo mejor de lo mejor; seguía encontrando su límite en las reglas que su cuerpo humano le imponía.
Es por eso que iba acompañado por aquellos espíritus menores; un trío de Poltergeists, quienes se encargarían por él de detectar cualquier rastro de energía maldita en el ambiente.
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