Ante semejantes palabras que alguna vez hubiese pronunciado, y su ideal, Ayato entendió con claridad algo, y era que aquella que lideraba y velaba sobre Inazuma había estado allí por cientos y cientos de generaciones, y por entre las masas que observaban a la imponente Shogun, Ayato solo observaba silencioso, como si fuese solamente uno más del público. Una sonrisa surcó su rostro pálido y delicado, y una silenciosa reverencia se hizo presente por sobre el calculador varón, mostrando tanto devoción como entendimiento. — Realmente se encuentra en un nivel más allá del que inclusive yo pueda entender. — Susurró para sí mismo para así alzar su mirada, ¿Sería posible que luego de su enunciado tendría aquella deidad un momento para escuchar el reporte actual?