A pesar que hace unos días sus botas habían sido víctimas directas de las travesuras de Black Hayate, rió entre dientes por escuchar las nuevas del cachorro; igual lo entendía, era pequeño y estaba en proceso de crianza y adaptación.

— Está bien. No tenemos prisa. ¿O usted la tiene, Teniente Hawkeye?

Había contemplado a Riza tantas veces que le parecía increíble encontrar cosas nuevas en ella cuando la miraba de reojo; así como en los años tiernos de ella se sorprendió de ver la inocencia en sus grandes años castaños, como se castigó a sí mismo de ver el cansancio y la desesperación en sus ojos, durante la Guerra de Ishval. Ahora, sin ánimos de intromisión, fingió que miraba sobre la cabeza rubia de ésta. Más, en realidad, la veía de reojo.

Y sonrió disimuladamente. No le importaría esperar el tiempo que fuera; así se sentía tranquilo.