— Existen muchísimas historias que podría compartir contigo, pero he de admitir que quizá la más importante de todas está comenzando a tu lado, Romine. Es increíble ver cómo has avanzado y claro, qué tan estrecho se ha vuelto este lazo. — Admitió el mayor de los hermanos, recostándose a su lado y acariciando su mentón y cuello con el pulgar, de modo cálido y zigzagueante, cual movimiento serpentil.