Al atardecer en Night City, específicamente en el distrito Heywood, una parte del barrio del sureste, se hallaba el habitual ambiente tenso y ruidoso en las calles de dicho distrito. Al haber la mayoría de edificios y bandas en este punto, el medio día era todo un conflicto por parte de los propios habitantes; El tráfico estaba presente en todas las calles, las personas estaban esparcidas en todas partes, las pilas de gente eran interminables y los gestos mal humorados invadían a cada presente por causa de la misma desesperación de llegar a casa pronto. Escándalo, contaminación, y más (...)
Había estado en diversas ciudades desde que decidió ya no mancharse las manos con la sangre de otros. Desde los rincones del Oriente hasta lugares tan recónditos como Judoh. Conoció desde humanos sencillos hasta androides y alguna que otra aberración genética. Sus ojos ojerosos habían visto mucho que ya nada le sorprendía, así que cuando se instaló en Night City, no entró en shock de ver las luces brillantes de neón en cada esquina ni tampoco de la obsesiva necesidad de los ciudadanos en convertirse en máquinas; lo único que le causó cierta sorpresa fue la influencia de compañías paramilitares que ejercían fuerza en ese agujero luminoso.
Él era un simple detective tan orgánico como podía. No quería ni buscaba meterse metal en el cuerpo pues no tenía la necesidad. Había vivido un infierno en su juventud por lo que prefería no buscar ningún método violento y pasar desapercibido, traficar con lo que oía y podía investigar; su lógica era la mejor arma y se jactaba de poder hacerlo mejo
