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R1581860 · M
—¿Oh? ¿De modo que sí parezco uno?

Debía admitirlo: ver a aquella chica moverse era todo un placer. Se sentía incapaz de dejar de admirarla, de no aprovechar cualquier descuido para apreciar cómo el ajustado leotardo no hacía sino resaltar las curvas femeninas; pero al menos fue discreto, guardándose de sus habituales bromas subidas de tono: sospechaba que podría encontrarse al otro extremo de la katana de la joven si no lo era.

—Vamos, solo nos llevan unas horas de ventaja. Para mañana ya estaremos libres y podrás descansar en una cama digna de tal nombre.

Ojalá fuera la mía, pensó con malicia; pero también se guardó ese comentario.

—Entonces, ¿tenemos una cita para cuando esto termine? —Añadió, dejando ver que no había pasado por alto el comentario de Kairi. —Un whisky single malt, o un buen, auténtico vodka ruso. Algo que nos haga olvidar este calor infernal, y el hecho de que tengo arena hasta en los bóxers.
IK1577725 · F
—Un clérigo, lo supuse —Respondió Kairi con calma mientras mantenía la vista en él. Era bastante atípico ver a un sacerdote lejos de su congregación, más aún, viajando con poca ropa en el desierto.

Aunque el recuerdo de la anécdota que acababa de revelar estuviera aún fresco, no demoró en devorar el resto de la carne antes de ponerse de pie. Se sacudió las sentaderas y se encaminó hacia él.

—Me encantaría tomar ese trago con usted, padre, pero después de esto, debo volver a casa a presentar mi informe, pero cuando vuelva, delo por hecho. —Le sonrió afable. Su recelo se había desmoronado gracias a la confianza que recién se habían mostrado. El viento sopló suave contra ellos, refrescando un poco sus cuerpos por el calor y ya no sentía el hedor desagradable de la carne quemada del demonio que recién habían ejecutado.

—Por ahora, me conformo con una buena cama—Y le dio la espalda, mientras se recogía el cabello largo sobre el hombro derecho, descubriéndose la espalda mojada.-
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—Richard.

Respondió con sencillez, antes de beber; necesitaba remojarse la garganta y lavarse siquiera un poco el sabor amargo que sentía en la boca tras la cruenta revelación de Kairi. Tras un «¡ah!» producto de la agradable sensación de refrescarse, por fin se presentó adecuadamente; consciente de que la parquedad de su respuesta podría haber sido malinterpretada.

—Padre Richard... Aunque últimamente casi no me paso por la iglesia. —Dijo, en claro tono de broma aunque hablaba completamente en serio.

Dio un sorbo más a la cantimplora, antes de continuar.

—A decir verdad, poco tengo de «padre»; pero supongo que los exorcistas debemos tener algún título para que el Vaticano no nos dé una patada en el trasero. —Por fin volvía a ser el mismo de antes: jovial, sarcástico y despreocupado, al menos en el exterior. —Es un gusto conocerte, Kairi; recuérdame invitarte a un trago cuando hayamos terminado. O a un helado, si lo tuyo no es el alcohol.
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El movimiento del varón, sacó a Kairi de sus cavilaciones. Sin duda había sido en buen momento, pues estaba recreando esas fotos en sh cabeza, la información, el llanto de una madre al suplicarle encontrar a los culpables de tal aberración. Vio la cantimplora y agradeció por fin con una sonrisa. Él parecía entender. Era un sacerdote después de todo.

Flexionó las piernas para poder apoyar los pies en la arena. Los zapatos también se habían ensuciado, pero no se preocupó en limpiarlos.

Finalmente destapó la botella y dio un sorbo al agua que lejos de estar fresca, estaba tibia.

—Soy Kairi, por cierto. Gracias por la ayuda allá atrás. —Le devolvió el envase y tomó un poco más de carne, había recuperado el apetito.-
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Ni siquiera pudo terminar su lata, asqueado aunque no lo parecía. En vez de ello, y para despejarse, se puso en pie, habiendo olvidado la cantimplora en su mochila; cosa que corrigió al punto, sacándola para ofrecérsela a Kairi una vez volver al lado de ella.
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La mirada de Richard se endureció, aunque no pareció tan conmovido como Kairi; no porque tuviese un corazón de piedra, sino porque escenas como esa eran de lo más frecuente en su profesión. La única señal de ira que dio fue el apretar los labios hasta tenerlos casi blancos; pero, más dueño de sí mismo de lo que parecía dado su carácter impetuoso, se tomó un momento para escuchar y tranquilizarse; aunque la escena descrita por su compañera se le hubiera grabado a fuego en la mente, junto con muchos otros recuerdos que explicarían por qué intentaba ahogar su mente en el hedonismo.

—Les haremos pagar. —Fue todo cuanto dijo, a sabiendas de que ahondar en el tema solo provocaría más la cólera de Kairi, y la suya propia; y un ser dominado por sus sentimientos no podría pensar con claridad. Una razón más para tampoco ceder a la lujuria que verla con tan sencilla prenda le causaba. —Volveremos a casa con las manos manchadas, y dejando atrás la sangre derramada de nuestros enemigos.
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para cazarlos a todos—
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—No es el tipo de misión a las que suelo asistir. —Comentó la chica tras bajar la lata sobre los muslos y mirar al frente, justo hacia dónde se estaba ocultando el sol, el sendero que debían seguir más adelante para alcanzar a aquellos cultistas.

—Pero hubo algo en el expediente que no pude ignorar. He enfrentado a toda clase de enemigos, la pérdida de mis padres, la casi muerte de mi hermano... Creí que estaba preparada para lo que fuera. —Giró la vista al clérigo, por primera vez la mirada dura de la chica se había distorcionado en una mueca de desconcierto y terror por el recuerdo de lo que había visto ahí.

—Una niña fue arrancada de los brazos de su madre para un sangriento ritual. fue... mutilada cuando intentaron hacerle una especie de histerectomía para arrancarle el útero íntegro y virgen para hacer su ritual... —Entonces su respiración fue un tanto entrecortada, la ira comenzaba a golpársele al recordar los datos del caso—Yo misma me ofrecí a venir...
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Parecía sincero, aunque sabía que podría haberse hecho cargo del asunto; pero no con la facilidad que Kairi le permitía, y ciertamente con muchas más heridas que los simples rasguños sufridos hasta el momento. Incluso con lo arrogante que podía ser, estaba dispuesto a dar honor a quien honor merece.
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Tras tomar asiento en el suelo frente a Kairi, convencido de que una pausa no los atrasaría demasiado, destapó su propia lata, prescindiendo de los modales al comer de ella directamente con los dedos; lo cual le dio cierto aire descuidado, salvaje, que algunas encontrarían atractivo.

—Les he seguido la pista desde un par de meses atrás; pero es la primera vez que se atreven a tanto. No es lo mismo lidiar con cultistas, que con demonios llamados por ellos.

Aunque no temía a la acción, parte de su fama provenía de la eficiencia y cuidado que tenía para cumplir con sus encargos; por lo que no era de sorprenderse que demostrara ser metódico incluso ante amenazas como aquella. Tras masticar un trozo de carne que se llevó a la boca, continuó.

—Juzgué que era necesario actuar antes de que las pérdidas fueran mayores. Suerte que cuento con tu ayuda... Quizá los subestimé un poco.

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