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R1581860 · M
—Eres tan hermosa, maldita sea —mientras buscaba el rostro de Himeko; aunque sabía perfectamente que ella, completamente embriagada por las atenciones de Evangeline, poca atención prestaría a su mirar.
Adquirir un ritmo constante para moverse contra la vampiresa y transmitirle la magnitud de su deseo fue algo natural; parecía que ambos estaban hechos el uno para el otro, para encontrarse en el lecho y dedicarse a las más deliciosas perversiones. Por ello, le resultó complicado renunciar al juego, tardando unos momentos más en hacerlo; aunque eso le dio la oportunidad de robar un rápido beso a Evangeline cuando ésta viró el rostro para dirigirle la palabra, devorándole los labios con las mismas ansias que su pelvis impaciente demostraba.
—Es más; creo que Himeko se merece un castigo por ser una pequeña zorra astuta. ¿No le parece? —Respondió, jocoso, a sabiendas que la excitación haría de su declaración una tentación más a oídos de la aludida. Para ello, separándose de [...]
Adquirir un ritmo constante para moverse contra la vampiresa y transmitirle la magnitud de su deseo fue algo natural; parecía que ambos estaban hechos el uno para el otro, para encontrarse en el lecho y dedicarse a las más deliciosas perversiones. Por ello, le resultó complicado renunciar al juego, tardando unos momentos más en hacerlo; aunque eso le dio la oportunidad de robar un rápido beso a Evangeline cuando ésta viró el rostro para dirigirle la palabra, devorándole los labios con las mismas ansias que su pelvis impaciente demostraba.
—Es más; creo que Himeko se merece un castigo por ser una pequeña zorra astuta. ¿No le parece? —Respondió, jocoso, a sabiendas que la excitación haría de su declaración una tentación más a oídos de la aludida. Para ello, separándose de [...]
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