—Atinó a reírse, está vez con propiedad. Al final de cuentas, los humanos eran humanos, muy ligados a los instintos y necesidades... Y no le parecía desagradable en absoluto, pero tocarlo ya era otro asunto; tan pronto notó su mano en la de ella, pudo percibir su curiosidad y deseo, apenas breve, pues ella apartó la mano con celeridad, como si la hubiese quemado.—

No lo hubiera pensado de un Priest... ¿De que clase eres? —Cuestionó con total honestidad.— La mayoría ya me hubiera atacado con agua bendita o alguna sandes como esa. Tienes una energía distinta... —Ahora ella era la intrigada.— Podemos hablar en un lugar más silencioso si eso te complace... En lo que a mí respecta, no me importa el lugar o el momento para absolutamente nada, el tiempo ya es irrelevante en mi vida.

—Se había apartado completamente de él, dándole la espalda, apartándose un poco su cabello rojizo para pasarlo sobre su hombro, un gesto calculado que solía hacer con los hombres, pero esta vez fue más ins