... fuera; tomó cuidadosamente del brazo a su acompañante, para dar a entender a recepción que iba con ella, mientras sacaba su tarjeta de habitación del escote mismo, para poder usar el elevador.— Soy un druida. —Comenzó ella misma, con los ojos verdes puestos en la puerta cerrada.— Ellos me llaman bruja, pero es porque no tienen otro nombre para designarnos. También me han llamado... ya sabes, súcubo. —Resopló una leve risa.— Pero no soy un demonio tampoco, ni tengo interés morboso en tus fluídos corporales. No me interesa dañar a nadie... no me es conveniente, verás... —Le miró de reojo.— Me alimento de la energía nacida del deseo, el placer y la felicidad. Esas emociones expiden una energía increíble, excedente, que aprendí a tomar sin hacerles mayor daño, es como... si bebiera el agua sobrante de un vaso desbordado.

—Las puertas se abrieron en ese momento, y ella caminó, esperando a que le siguiera.—

R... —No pudo. El saber que era un Priest le obligaba intrínsecamente el llamarlo por su denominación... maldito sea el momento en el que un religioso insensato le prohibió pronunciar el nombre de todos los allegados a ellos; dejó que el hombre se acercara a ella, antes de comenzar a caminar en dirección hacia el edificio que había señalado.—

Quizá lo que voy a decir ya lo sabias... pero no puedo llamarte por tu nombre de bautismo. Un monje exorcista me ha prohibido tal cosa hace unos años, para evitar que pueda maldecirles, así que no voy a poder faltarte al respeto de manera verbal al menos. —Entrecerró la mirada. De pronto sintió perder un poco del control que le había tomado años tener.— A todo esto... ¿qué clase de persona eres? Has estado esquivando bastante esa pregunta, y ahora que sabes que soy incapaz de siquiera insultarte, no tendrías por qué hacerlo.

—El hotel no era tan alto como los de otros edificios, pero por dentro era mucho más elegante de lo que parecía por..

Se puso en pie, sin encontrar ofensiva en lo absoluto la observación que ella le hizo. Lograse algo o no, estaba seguro de que aquella mujer tenía cosas muy interesantes que contar; así que no desperdiciaría la oportunidad que tenía delante, tan presto a aprender como a tener un pretexto para probar los límites de la joven. —Y si quieres que te diga más de mí, vayamos; yo te sigo. Parece que tenemos bastante de qué hablar.

La miró con interés, encontrando curioso el respingo que ella dio cuando la tocó, y su intento de alejarse; lo que hizo a Richard pensar en alguna suerte de problema o sensación causada por el contacto físico. ¿Podría ser una reacción instintiva de alguna influencia demoníaca hacia su —cuestionable— aura bendita? ¿O había algo más detrás de ese aspavientos tan obvio? Deseoso de encontrar las respuestas, el varón dedicó toda su atención a la joven, sin quitarle la vista de encima y, como era de esperarse, sintiendo un agradable cosquilleo por el sensual movimiento que aquella mujer hizo, pero sin insistir en ello merced a lo que le había oído decir; así su entrepierna pensara lo contrario.

—Richard. Me llamo Richard. —Dijo, antes que nada, encontrando bastante divertido el sobrenombre que ella le daba; pero no por ello conforme del todo con él. —No soy fanático de disparar antes que preguntar; y dado que no te he visto hacer nada malo, no tengo razones para hacerte el menor daño.

fue más instintivo que por deseo de seducirlo... Hacia tiempo que no se conjugaba el deseo energético y físico hacia una persona, no iba a mentirse, quizá era por el peligro que él representaba para ella, por la seguridad que sentía al verse tan energizada solo con su presencia.—

No hago lo que piensas, Priest. Al menos tengo años sin hacerlo... Pero podemos charlar más tranquilamente en la habitación donde estoy hospedandome, si es que le avergüenza tanto el estar fuera... A mí no me importa si soy mirada o no, hace tiempo que trascendi de eso.

—Atinó a reírse, está vez con propiedad. Al final de cuentas, los humanos eran humanos, muy ligados a los instintos y necesidades... Y no le parecía desagradable en absoluto, pero tocarlo ya era otro asunto; tan pronto notó su mano en la de ella, pudo percibir su curiosidad y deseo, apenas breve, pues ella apartó la mano con celeridad, como si la hubiese quemado.—

No lo hubiera pensado de un Priest... ¿De que clase eres? —Cuestionó con total honestidad.— La mayoría ya me hubiera atacado con agua bendita o alguna sandes como esa. Tienes una energía distinta... —Ahora ella era la intrigada.— Podemos hablar en un lugar más silencioso si eso te complace... En lo que a mí respecta, no me importa el lugar o el momento para absolutamente nada, el tiempo ya es irrelevante en mi vida.

—Se había apartado completamente de él, dándole la espalda, apartándose un poco su cabello rojizo para pasarlo sobre su hombro, un gesto calculado que solía hacer con los hombres, pero esta vez fue más ins

—Si te he alimentado de alguna manera —dedujo, tras una somera observación de la muchacha y percatarse de que el murmullo inefable había aumentado de volumen; incluso componiendo palabras que creía reconocer, pero a las que debería poner atención para entender del todo —, ha sido un placer, cariño. Vaya que tienes una forma sutil de hacerlo; no me siento debilitado en lo absoluto. Pero si aún deseas más —dijo, colocando su diestra sobre la ajena, inclinándose hacia el frente para acercarse más a la extraña chica —bien podría quedarme un rato. O podrías acompañarme a un lugar donde puedas alimentarte a tu gusto...

—¿Lo que he hecho por ti?

Incluso con toda su experiencia, Richard no estaba completamente seguro de lo que sucedía en ese momento. Podía sentir los susurros de los espíritus, su sutil revoloteo y cómo éstos rodeaban a la joven, cual polillas atraídas a una inmensa luz; por lo que no necesitó hacer uso de sus dones para verlos, simplemente permitiendo que sus sentidos le hablasen de ellos en la medida de lo posible. Amados por el Rukh, había escuchado alguna vez, también en otras variantes; pero siempre refiriéndose a esa clase de seres que usaban la magia merced a su inmensa conexión con lo espiritual. Se sentía sorprendido, debía admitirlo; pero años de jugarse la vida al enfrentar amenazas infernales —y de otros tipos no menos impresionantes— le permitieron mantener la calma, si bien su expresión denotaba tanto interés como un toque de deseo por la chica. Aquellas manos en sus muslos estaban despertando otra clase de sentidos.

[...]

... podía recordar con claridad, así que no era del todo una mentira.— Pero mi moral me exige que sea yo la que compenses lo que has hecho por mi hace unos momentos.

—Se giró para verle de nueva cuenta. Claramente se veía vitalizada, a diferencia de minutos antes, incluso los espiritus que antes simplemente vagaban se mantenían alrededor de ella, susurrando cosas en un idioma distinto, druídico si es que era versado en éste.— Tienes algo interesante, no me había topado con alguien como tú en muchísimos años... y estoy dispuesta a pagar por unos minutos más.

—Hubo silencio durante unos momentos. La energía que desprendía ese sujeto la llenaba de manera desmedida, tanto que por poco soltaba una carcajada involuntaria... no haría tal cosa ante un hombre, menos ante un Priest. Jadeó un poco, como si le faltara el aire, clavando suavemente los dedos en sus muslos, mostrando en su rostro un gesto como si hubiese tenido un destello placentero.—

Con nosotras, los favores se cobran en el acto. —Habló en un suspiro, abriendo los ojos de nuevo para verlo.— En todo caso, eres colateral. No sería capaz de cobrar algo que ya fue saldado... y menos entre generaciones. —Debió incorporarse, separándose del Priest un poco, como si quisiera recobrarse de lo que sea que hubiese pasado.—

Loyd... —Susurró poco después, mientras trataba de recordar algo relevante con respecto a ese apellido. Fue selectiva, en todo caso. Incluso se giró suavemente.— No... no lo recuerdo en este momento. —Mintió, a medias. Le sonaba de algún lado, pero, en ese momento no..