—Si te he alimentado de alguna manera —dedujo, tras una somera observación de la muchacha y percatarse de que el murmullo inefable había aumentado de volumen; incluso componiendo palabras que creía reconocer, pero a las que debería poner atención para entender del todo —, ha sido un placer, cariño. Vaya que tienes una forma sutil de hacerlo; no me siento debilitado en lo absoluto. Pero si aún deseas más —dijo, colocando su diestra sobre la ajena, inclinándose hacia el frente para acercarse más a la extraña chica —bien podría quedarme un rato. O podrías acompañarme a un lugar donde puedas alimentarte a tu gusto...