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»»— Lᴇᴛ’s ʜᴀᴠᴇ ᴀ ᴛᴏᴀsᴛ. Tᴏ ᴛʜᴇ ɪɴᴄᴏᴍᴘᴇᴛᴇɴᴄᴇ ᴏf ᴏᴜʀ ᴇɴᴇᴍɪᴇs —➤
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AsarrRhage · M
Torció su mirar, con un sesgo tan peculiar e innato en aquél Alto Rey que le hacía lucir caviloso y suspicaz, aun cuando la inminente amenaza de la flecha parecía cernirse más sobre él. Un hondo suspiro manó de sus castaños labios acallados, de acentuado matiz por el frío que les tocaba. Dio un lento parpadeo, y al momento de abrirlos su mirada relució más por visos sosegados que curiosos. Así, después de que las palabras adversas a sus oídos llegaron, bajó las manos y aquélla túnica que vestía sobre sus hombros le arropó los hercúleos brazos.
¿Una? —preguntó, y su voz tenante se volvió a escuchar en respuesta a la advertencia, esta vez mordacidad y sátira— Podría darte un par más... Si así lo deseas. —taimado sonrió, pero el ceño se le ensombreció. Hacia la diestra inclinó ligeramente la cabeza y mostróse benevolente, los ojos se le sembraron justo en el abdomen de la peli-escarlata; examinándole con ligeros vistazos lo que parecía ser una herida profunda, antes de volver a mirarle el rostro y los gestos que en el imperaban, revelando la condición en la que hallábase.
Charlemos un poco. —confiado en que no dispararía, aquél añadió. Llevó la diestra hasta sus barbas y las mesó con suavidad, junto a las fuertes facciones de sus pómulos. Esquivó la vista, y con ella recorrió el frondoso bosque por unos segundos antes de volver a mirarle. Su comportamiento podría haber sido más hostil, pero se inclinó por el habla.— Ésta tierra hermosa que ambos pisamos, es parte de los terrenos Arcadianos. —reveló con suavidad en su voz y posó la palma diestra sobre el dorso de la siniestra, descansando los brazos. El frío viento sopló entre los árboles, haciendo que sus párpados se encogiesen, como si una luz le hubiese encandilado con ligereza. Y antes de recibir respuesta alguna, continuó frunciendo las fauces—, ...Estás herida, necesitas medicina y podría guiarte hasta alguien capaz de tratarte. —en lugar de mostrarse educado, sonrió astuto y pícaro, exhibiendo la dentadura a brevedad—. Y por último, algo que debes tomar en cuenta... —y como el crujido del hielo en un lago invernal, su voz sonó imperiosa al sentenciar.— Vas a necesitar más que un arco... —sus sombríos ojos se hicieron penetrantes, el fuego azul en ellos enfervorizó como las llamas del sol en su cenit—, y una flecha para detenerme. —más que como irónica advertencia, lo dijo en honor a su férrea veracidad. Fue tan honesto como sus aspavientos podrían confesar.