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Cada vez que agitaba los brazos se hundía más. No podía moverse porque el agua terminaba absorbiéndola, arrancándole las bocanadas de aire y sustituyéndolo por líquido. Pero tampoco podía quedarse estática; no existía nada que la llevara de vuelta a la superficie. Aún así no se dejó llevar.

En gritos desesperados.
En burbujas de aire ascendiendo hasta la superficie.
Minutos después sus pulmones no lograron resistirlo.
Y, lentamente, murió.



Se despertó sobresaltada, sintiendo la respiración errática y la imperiosa necesidad de expandir sus pleuras a su máxima capacidad para captar la mayor cantidad de aire posible. Le tomó muchos segundos lograr controlarse. Cuando lo hizo la cefalea se extendía alrededor de las paredes de su cabeza, atormentándola. Massive le advirtió sobre aquella situación, controlar sus poderes jamás sería sencillo. El camino era largo y tormentoso. Existirían días en que no soportaría el profundo y vasto agujero negro que se expandía dentro de su cuerpo, habría otros en que la magia fluiría de forma tan sencilla y relajante que su cuerpo caería rendido en aquel placer, dejando que el torrente le recorriera cada fibra muscular.

Hoy era uno de los días difíciles. En cuanto despertó, el dolor comenzó a extenderse por sus extremidades consumiendo las células una por una. La sensación no se apartaba aunque el deseo fuera intenso. El peor pensamiento era saber que el día sólo comenzaba y se avecinaba otra sesión larga de ardor y debilidad. Se levantó del piso, sacudiendo el cuerpo y provocando que las vértebras de su columna crujieran en respuesta. No quería moverse. Recogió sus cosas de la madera, colocándolas dentro de un pequeño banco con fondo y salió de la habitación, con el traje azul marino ajustado, el cabello albino esparciéndose por los hombros y sus pies desnudos explorando el terreno de la casa.

—¿Estás lista? —murmuró el hombre de espaldas a ella. Megara asintió suavemente, sabiendo que no podría verla pero averiguaría sus movimientos. —Aprenderás la paciencia. Tu lugar está afuera y te espera.

La niña, de apenas diez años, atravesó el umbral de una habitación más grande directo al jardín de cerezos y espinas. Acomodó sus pies sobre unas hojas caídas e, inclinándose, se sentó en cuclillas, soportando su peso con los pies. Silente. En esa misma posición pasó los minutos hasta que éstos se convirtieron en horas. El dolor seguía ahí, presente, sumado al cansancio. No podía abrir sus ojos. No podía distraerse. Debía concentrarse en cada flujo de energía que se deslizara por su cuerpo y reconocerlo. Su mente, poco a poco, se acostumbraría a ellos y podría manejarlos.

Pero el ardor seguía ahí.[/code]

-fija su mirada en su brazo observando que la herida se desapareció. Despues pocos segundos vuelve a mirar al hombre frente a ella- Eso fue extraño. La verdad es que yo no necesito ayuda con mis enemigos. Soy una chica grande. -se sorprende al escuchar aquellas palabras "persona como tu" y ladea su cabeza a un lado pero sin dejar de mirar al contrario en los ojos y le susurra- ¿A la qué se refiere con esas palabras? Entonces, si acepto que me ayuda con mis enemigos entonces usted pide algo en cambio. ¿Así es?

-con suma atención mira lo que el contrario haga luego sin perderlo de su vista se queda quieta- ¿Romeo? -pregunta susurrando aquel nombre mientras fija su mirada profundamente en los ojos del mayor- ¿Qué es lo que quiere decir con eso? Yo nunca he pedido algo. ¿Qué es lo que usted desea joven caballero?

-entre cierra sus ojos un poco mientras da unos ligeros mirando por todos lados tratando averiguar de donde provenía la voz, cuando aquel "angel" aparece enfrente a ella, ella se queda quieta observando muy sorprendida aquel ser mientras susurra- Usted.. ¿quién es usted?

Off: Deacuerdo. Le dejo mi inicio si usted desea que yo comienzo. Muchas gracias a usted por recibirme.

On: -Ada Wong, una mujer delgada con altura bastante pequeña, cabellos negro profundo y ojos marrones llevando una camisa roja y pantalón de piel ajustada a su cuerpo, esta apoyada con su espalda contra el tronco de un arbol, al parecer tuvo una misión fuerte y se lastimó. Con su zurda acaricia su brazo herido mientras respira con ligeros jadeos. Se encontraba en el medio del bosque esperando a que no la encontrará nadie mientras tanto, la puesta de sol desaparece poco a poco-

Off: Burnas tardes, muchas gracias por aceptarme. Espero llevarnos bien, será un placer llevar un interesante rol con usted.

[code]Tres meses, tres largos meses en los que subió y bajó por todas partes de cada país registrado y simplemente no había nada que le permitiera seguir el rastro del ladrón de tesoros: Italia, Egipto, Inglaterra y ahora Francia. Parecía ser alguien demasiado hábil e inlocalizable, los objetos perdidos tenían una importancia muy relevante: La corona de la reina inglesa más poderosa de esta era junto con las tablillas del sabio Thoth, Italia con los secretos externos del vaticano y ahora Versalles. ¿Qué tenían en común esos lugares? ¿O para qué servía todo lo robado? La llamada al santuario para resolver el caso sugirió los esfuerzos todos los servicios secretos superados. La misión recayó en sus manos por ordenes directas de la Diosa y de su propio maestro al que, inicialmente, se le había asignado la misión.

La primera misión en la que estaría sola completamente debía demostrar que su maestro no perdió el tiempo con ella, así que partió en busca de lo que el mundo había perdido. Desde ese momento solo mantuvo con Milo una charla por medio de su cosmos para dar las noticias, avances y obtener información extra que se fuera generando mientras ella no estaba. Cada momento de infiltración era más difícil que el anterior, necesitaba su voz y su consejo para seguir; el rostro y forma de la peliplateada estaba siendo más reconocido a ojo público y mortal, que el panorama comenzó a cambiar al punto de que ella era una de las señaladas como la posible ladrona de los tesoros.

Todo ese enramado lentamente estaba absorbiéndola hasta dejarla cada día exhausta y al borde de rendirse; abandonar la misión sin importar nada más. En una ultima charla con su mentor acerca del tema, pudieron deducir que tal vez el ladrón ya sabía de su existencia, que le seguía el paso y todo ese revuelo solo era para tenerla vigilada a través de otros, además de entorpecer su mente. Causarle más problemas cada vez que encontrara una pista para que perdiera los rastros encontrados; un conflicto realmente grande para encontrar un culpable y no dejar expuesta la mediocridad de la seguridad de cada país afectado. Un llamado “chivo expiatorio” qué señalar y poder todos estar en paz.

Versalles se hizo más grande a pesar de que contó con todo el apoyo del caballero de Acuario que ahí reside, incluso las facilidades de desplazamiento que en otros lados le llevó perder a tiempo más tiempo que siendo una mujer cualquiera, era una fortuna tener un aliado ahí aun con lo que estaba exponiéndolo por dar una ayuda que merecía por calidad de compañeros de armas. Finalmente, todo ese problema y dificultad la llevó hasta las puertas del museo del Louvre, ¿Qué habría ahí que ese ladrón pudiera tomar? Nada era claro, solo quizás ahí había algo que en ningún otro lado se pudiera conseguir, para ella solo eran trazos, pero los seguros daban ganancias millonarias.

Ahí, tuvo que hacerse pasar por una de las tantas curadoras de colecciones para poder permanecer en los pasillos secretos hasta pasada la media noche, debía ser cautelosa, ser lo que nunca había sido, si es que no deseaba estropearse el camino que se tornó más complicado de lo que quisiera o hubiera pensado antes. Solo cuando sintió la energía tornarse extraña en el lugar, supo que no se trataba de algo común y corriente, como inocentemente pensara hasta ese momento.
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