Rian se encontraba de paso en un pintoresco pueblo que al parecer era un día de celebración la cual no tenía ni la más mínima idea de que trataba. Llevaba horas buscando por ese pequeño pueblo, preguntando a toda persona que se le cruzara si conocían a algún herrero que pudiera vender algunos minerales que había recogido en alguno de sus viajes, además solo quería a cambio que puliera su armadura. Al parecer no había herreros en esa ciudad, o los que había eran tan inexpertos que no sabían fundir mineral puro. En ambos casos era inútil seguir allí, por lo que lo hizo dirigirse hasta un pequeño callejón sin salida, no parecía haber nadie cerca por lo que aprovecho ese momento para apoyarse en un árbol que estaba en las inmediaciones y pensar que era lo que debía hacer luego. [b]– Podría comprar una serie de brebajes… Aunque si no hay herreros es más improbable que haya algún alquimista – [/b]Susurraba ya que no había nadie cerca que lo pudiera oír.