Aquél ser adoptó una nueva imagen aún más llameante, el cambio no solo consistía en un gran tamaño colosal sino que recae en otros encantos que afloraron cuando las haces de luz solar se filtraron por las ramas y hojas de los árboles que al tocar la piel y escamas de la criatura avivaron sus colores causando la inmortalidad de un sentimiento tan profundo hacia un ser perfecto, logrando drenar la sensatez del varón dejando a su vez una locura tibia que explota de fascinación en su demacrado rostro.
Absortó ante el magnánimo animal, entró en un estado catatónico su orbes cerúleos sintieron a través de los ajenos el magnetismo de su verdadera esencia la cual le incitaba a descubrir los verdaderos misterios que esconde bajo ese lienzo teñido de veneno, en ese abismo de placeres que seguirán atormentando su ser. Mantuvo la mirada detenidamente en unos segundos congelados, observando cómo sus palabras hermoseaba en el volumen.
Las impías y desgarradoras palabras que le comparte el ofidios blandía la toxina divina de la cruda advertencia. No esperaba ternura ni palabras dulces.── Ustedes los “dioses”, “ divinidades celestiales”, “ criaturas mágicas” entre otros misticismo les gusta hablar de más... ── Una sonrisa, ladina y maldad triunfante esbozó. Una vez que sus tímpanos llegó la respuesta a su plegaria que tanto deseaba. Su facial se atemperó ante la emoción que pronto iba a desbordar con la ceniza de sus sentimientos muertos.
── Mi feroz venganza, no obedece al tiempo ni al olvido, pues estos están sedientos de rencores que ha sufrido y solo serán apagados entre el fuego y la matanza. ── él incurrió en el delirio extasiante al estar seguro de su decisión evocando la misma energía enardecida hacia sus extremidades elevando ambas directo a la serpiente. ── Dame tu poder──
[code]── Pero que criatura tan...peculiar── Dijo el villano observando a la serpiente con fascinación. Anteriormente, escuchó rumores del bajo mundo que en el bosque habitaba cierto animal con poderes misteriosos. Relacionaban a la bestia mística con el don de otorgar poderes entre otros deseos, claro que las historias suelen distorsionarse conforme pasan de persona y cada uno relata su propio cuento.
── ¿Eres tú la bestia divina de la que tanto hablan? De ser así solicito tus servicios.── [/code] Directo y sin vacilar fue al punto. Le molestaba una charla trivial de la cual no podía obtener beneficios. Solo bastaba con un sí o un no, para decidir el destino de Dabi.
Allá en lo alto sobre las ramas del Yggdrasil, el más alto de entre los nueve reinos, yacía la morada de los Aesir. Separada del mundo humano, donde la única entrada es a través de aquel puente de arcoíris custodiado por el guardián Heimdal, aunque, desgraciadamente dicho guardián aún permanecía dormido manteniendo la ventaja que los gigantes habían sido tan pocos que no se atrevían a cruzar.
Había conmoción en los terrenos cercanos al Valhalla, pues la repentina aparición de aquella enorme serpiente emplumada había alertado a las almas de los héroes y guerreros que habían caído en Midgard cuando en vida. Muchos tomaron sus armas creyendo que la serpiente marina: Jörmundgander había logrado finalmente penetrar hasta Asgard. Todos lucían tal y como en sus tiempos de vida, bien preparados para combatir en cualquier momento. De entre ellos Beowulf, Sigmund, Sigfried, Hägen, Ragnar y Björn Lodbrok; Arngrim, Svipdag, Weohstan, entre otros… pero los más renombrados.
Todos comenzaron a formarse en torno a la gran serpiente, donde sus escudos fueron alineados en un muro de dos anillos, lanceros, escuderos y arqueros se habían posicionado para dar ataque. Era evidente que aquellos héroes de renombre eran quienes dirigían y cooperaban entre sí.
Sigfried: –Udarbejde... sigte... ¡skyde!*– El ataque comenzó con una lluvia de flechas, mientras escuderos esperaban.
Mientras tanto, Odín se encontraba en su trono de plata en el mismo salón del Valhalla, su siniestra sostenía su cuerno lleno de hidromiel y su diestra se dedicaba a ser pasada sobre su larga barba, a estas alturas, tenía total conocimiento de la infiltración de “La estrella del alba” a sus dominios, un acto intrépido y atrevido, pues su presencia era distaba bastante de la bruta serpiente que aquellos guerreros temían y habían confundido. Observaba y analizaba lo que sucedía en aquellos llanos, tanto a su invitada como a todos los elegidos para residir con los dioses. “Interesante… Veamos de lo que todos son capaces.” Las puertas estaban cerradas, su único ojo bueno se mantenía fijo en la entrada principal del salón y su clarividencia se mantenía atenta.
