Un rayo dorado ilumina el firmamento, desciende desde lo alto y cae impactando con su poder en el centro de aquella pirámide. Al desvanecerse aquella luz, solo queda en el sitio un cúmulo de pequeñas luces doradas que comienzan a unirse hasta materializar el cuerpo femenino de una bella mujer de cabellos dorados.
Una sonrisa ladina se dibuja en su rostro. Está de vuelta.
Toma una fruta idéntica y da una mordida que deja ver el interior rosado y con semillas de aquella fruta que hacía demasiado tiempo no probaba. Degusta con calma y cierta alegría, llevando su mirada ala rubia tras escuchar su pregunta.
Un inevitable escalofrío le recorre el cuerpo y solo niega con el rostro.
—Espero que no, pero, siendo sincera, hay una alta probabilidad de que nos encontremos con él e intente hacernos alguna jugarreta. Es un tipo exasperante.
Y al decir aquel último adjetivo casi parece que gruñe pero luego se encoge de hombros y termina de comer su fruta, llenando un pequeño vaso de barro con agua clara para beber y el de la rubia con un poco de aguamiel.
—Solo será estar atentas para ir y venir sin molestias...
