agarro de las plumas de dicho animal para no perder el equilibro y caerse pues perderse seria contraproducente y mas cuando ella no conoce tan bien al área.

Aguantaba como podía la congestión que se generaba en su nariz y en su mente pensaba que quizás la idea de Iris no era tan descabellada, Ya era hora de usar ya ropa mas cubierta pues los tiempos cambian. Tomare tu consejo Iris...Una vez que estemos con él, buscare algo...

Hace frío y parece que he tomado un resfriado... ¿Como tan débil? pensaba ella de si misma, no podía dar crédito de lo que pasaba ya que era primera vez que estornudaba. No queda de otra manera ¿No? menciono con cierta decepción luego de montar el ave que había invocado la diosa azteca.

Recordaba breves imágenes de aquellas criaturas a través de los ojos de su hermana mientras espiaba de vez en cuando el mundo "celestial", lo que mas le preocupaba era que dichos estornudos pudiesen afectarla mas de lo que se imaginaba. Es cuando escucho las palabras de la Entidad Mexicana, en efecto pudo sentir algo extraño en el ambiente, no era nada positivo mas bien le inquietaba aun más. ¿Podría ser una pista quizás?.

Ignoraba lo que estaba viviendo en ese momento Arthur y lo siguiente que pudo ella pensar era ¿Podría ver nuevamente una criatura tan feroz como lo fue en su época y en su hogar? , esperaba que no y así fue como se

— Cada vez hace más frío, debemos conseguirte un abrigo, me encargaré de que sea rojo. — le dijo a Ereshkigal después de escucharla estornudar, luego siguió los pasos de Quetzalcóatl hasta llegar al lugar donde la primera había sido invocada, pero parecía ser que conforme se acercaban Saber se alejaba cada vez más, no se puso muy nerviosa, él era alguien muy fuerte, además si resultaba herido ella podría curarlo fácilmente.

— Sí, cada vez esta más lejos. Si no hubiera algo más ahí con él diría que esta jugando al escondite, jiji. — pensó con nostalgia, en el pasado le había divertido jugar mucho ese juego con su hija. Escuchó que la Diosa del Sol tenía una idea y sus ideas solían ser divertidas, emocionada se giro hacía ella. Se sorprendió cuando vió a 3 enormes aves bajar junto a ellas y no dudó ni un segundo en subirse a una, también se sujeto bien para no caer. — ¡Qué emoción! ¡A la carga! —

—¡Tengo una idea!

Deja escapar una risita divertida y se lleva los dedos índice y corazón a la boca, emitiendo un sonoro silbido. Unos segundos después, surcando los cielos se hacen presentes 3 enormes aves, quetzalcoatlus, que rápidamente bajan hasta posarse frente a la diosa.

—¡Esto será emocionante! Suban, suban.

Como siempre, parecía que la diosa se lo estaba tomando de forma muy relajada, pero es todo lo contrario, se lo toma tan enserio que cada acción que realiza está llena de la emoción que siente por luchar.

Sin embargo, las cosas no podrían ser tan fáciles como esperaba, nota que el rey se mueve a mayor velocidad, alejándose bastante del sitio donde originalmente lo había detectado, conforme las cosas sigan así es posible que llegue a perderle el rastro y tendrán que arreglárselas como puedan para buscarlo o, en todo caso, tendrían que seguir ellas por su cuenta.

Esto último es lo que menos se le antoja a la rubia de ojos esmeralda pues no puede olvidar aquel flashazo de oscuridad que percibió hace unos instantes. Justo libró el último escalón y cruzó el primer arco cuando notó que ya apenas y sentía al caballero. Se detiene en seco y con cierto aire de preocupación piensa en una alternativa.

—¿También lo sienten? — Cuestiona a sus compañeras ya que imagina que, a esas alturas, ambas se han dado cuenta de la lejanía del rey de Britania.

Hace una mueca graciosa al escuchar las dudas de la diosa del inframundo y rasca su nuca divertida al ver que por unos instantes volvió a ser la diosa seria del pasado. Guardó silencio por unos instantes, aún podía sentir la presencia del rey de los caballeros, así que no debe de estar demasiado lejos. Sabe que la albina también puede sentirlo así que será menos complicado rastrearle.

—Hmmm el joven rey comenzó a moverse. Será mejor que nos demos prisa antes de perderlo

Murmuró ligeramente desconcertada por el destello de impureza que sintió cerca del rubio. Fue algo fugaz pero suficiente para intranquilizarla.

—¡Vamos! Si dejamos que se nos adelante, seguro que se quedará con toda la diversión.

Sin más demora, la divinidad mesoamericana, emprendió la carrera de vuelta al sitio en el que fue invocada inicialmente, la entrada a la escalera que sube al templo, esperando que sus compañeras vayan con ella con el fin de dar alcance al joven Arthur

y conservar la cercanía, siguiéndole el paso, eludiendo todo tipo de obstáculos que se le presentasen.

Sonaron bocinas, vociferaba el gentío, despavoridos por lo que sus ojos veían. Pronto, comenzaron a haber accidentes de tráfico, y las sirenas no se hicieron esperar.

culminó con un acto que le haría ponerse en marcha.— ¿Qué tal si hablamos, tú y yo, en un sitio más… privado? —malicioso le sonrió, y sin ningún tipo de vergüenza o rodeo, arrebató violentamente el bebé de los brazos de una madre, que esperaba a su costado cruzar la calle.— Juguemos un poco. —Ipso facto, emprendió una huida rápida y fugaz, dejando atrás el llanto de la madre que imploraba por el regreso de su criatura, atrayendo la atención a sus alrededores. Aquél sujeto despreciable, en un despliegue sobrenatural de habilidades físicas, saltó entre vehículos, personas, establecimientos; inclusive caminó entre las paredes. Ku! Un quejido se escapó entre los crispados dientes del caballero, y antes de que aquél hombre desprovisto de honor o rectitud alguna se alejase lo suficiente, el joven Rey había realizado un salto inhumano, que le permitió estrechar las distancias [...]

— Reconocería ese… hedor a mueble viejo inglés a kilómetros de distancia. —arrojó aquél insulto, sacando la lengua de forma grotesca. Su rostro yacía velado por una capucha oscura, como el holgado atuendo que vestía. Parecía un monje de las sombras, un dador de maldad o algo por el estilo. Sin embargo, el caballero en respuesta le frunció el entrecejo con más notoriedad; su silencio continuó, pues lo suyo nunca fue el derrochar el uso de palabras en mentes insidiosas, para eso tenía una espada — … —los ojos del Rey, sembraron su fijación en un reluciente crucifijo que colgaba del cuello de aquél enigmático ser, cuya vileza se le percibía a leguas. Como era de esperarse, la muchedumbre pasó de ellos, todos ensimismados en sus propias preocupaciones como para enterarse de algo. Vehículos de toda clase, pasaban frente a sus ojos, más no le perdería de vista. La incertidumbre y la tirantez se apoderaron de la situación, hasta que [...]

Empero, su curiosidad y perspicacia iban más allá. Podía sentirlo, allí, en su cercanía había algo que perturbaba a su mente, como un chasquido constante que se hacía cada vez más vibrante y agudo; finalmente acalló y finalmente, el caballero extraído de los anales de los reyes británicos más célebres, se detuvo. Un gesto ceñudo se le vio, y en sus cetrinos ojos, llamas se le avivaron. Fue entonces, cuando una fuerte voz tenante le alcanzaron los oídos, una voz llena de sarcasmo y mordacidad.
— El taaan famoso Rey de los Caballeros. —díjole, desde el otro lado de la calle donde aquél receptor se encontraba. Le alzó la mano al joven Rey, saludándolo con evidente hipocresía— … —Athur, miróle frente-a-frente, sin proferir palabra alguna, más su expresión pendenciera aún le ensombrecía el rostro. [...]