Un rayo dorado ilumina el firmamento, desciende desde lo alto y cae impactando con su poder en el centro de aquella pirámide. Al desvanecerse aquella luz, solo queda en el sitio un cúmulo de pequeñas luces doradas que comienzan a unirse hasta materializar el cuerpo femenino de una bella mujer de cabellos dorados.
Una sonrisa ladina se dibuja en su rostro. Está de vuelta.
No pudo evitar sentir felicidad al verla, ¿Cuánto tiempo había pasado de su ultimo encuentro?. Sus palabras hizo que recordara aquella promesa de su ultimo encuentro, su deber era honrar dicha palabra empeñada y ayudarla.
En su recorrido para ingresar al templo maravillo a la diosa acadia, ¿Acaso las culturas podían ser tan similares pero diferentes? le traía un lejano recuerdo de su amada Mesopotamia y el gran imperio bajo las arenas Egipto.
Fue acomodándose en el lugar y así sacar la capucha roja que cubría su cabeza y gran parte de su rostro para apreciar con mayor magnitud la frescura dentro del lugar. No le sorprendió el comentario de su par, es mas hasta le genero curiosidad, ¿Conocer a una compañera, con el mismo trabajo de ella? Se preguntaba mas su respuesta fue esperada.
¡Un honor conocer a la mujer que es mi compañera de labores! Paro un segundo, ¿Qué habría ocurrido entre ambas?, luego le preguntaría.
