Un rayo dorado ilumina el firmamento, desciende desde lo alto y cae impactando con su poder en el centro de aquella pirámide. Al desvanecerse aquella luz, solo queda en el sitio un cúmulo de pequeñas luces doradas que comienzan a unirse hasta materializar el cuerpo femenino de una bella mujer de cabellos dorados.
Una sonrisa ladina se dibuja en su rostro. Está de vuelta.
La multitud comenzaba ser mayor mientras llegaba al templo del encuentro, aquellas personas estaban emocionadas de saber que por fin sus ruegos habían sido escuchados y la deidad había aparecido para honrar aquellas plegarias realizadas. Poco a poco la presencia de la entidad se hacia mas fuerte y lo confirmo, era ella, su hermana mayor. Trato de adelantar el paso pasando a través de la marea de personas que yacían en el lugar sin descuidar su manto y develar su presencia.
Al llegar no pudo creer lo enorme que era, similar a las viejas pirámides visitadas por los egipcios, esta era distinta en arquitectura pues yacía una gran escalera para subir y llegar a la cima donde esperaba la entrada del sagrado lugar. Se percato que habían dos guardias resguardando la entrada, rogo que no la detuviesen pero no fue su suerte, al querer subir estos dos hombres la detuvieron y preguntaron cual era su motivo por lo que decidió responder. Soy una invitada... Su diosa me espera
