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D1563427 · M
— ¡¿Ah?! Y-Yo... — La bronceada piel en las mejillas del joven beluga se enrojecieron a más no poder, ante la lógica en la aclaración expresada por la albina damisela, sintiéndose apenado por mojar su vestido y sin darse cuenta. — ¡Lo lamento! Me emocioné tanto al verte, que olvidé secarme al salir del agua. — Se disculpó nuevamente con algo más de calma, llevando una mano a su nuca para rascarse, riendo por lo bajo. — Pero...¿Qué hacías sola en las afueras del castillo? ¿Saliste a dar un paseo a la luz de la luna? ¿Cómo están las cosas en tu Reino, Lettie? — Preguntaba esas cuestiones con voz apresurada debido a su nivel de energia e intensidad, característica por su joven edad y personalidad vibrante.
P1579085 · F
Si sacas un vestido del mar, saldrá más mojado que este ¿No? Seguido de eso soltó una animada carcajada por lo empapada que la dejo, dándole unas palmaditas en los hombros para calmar su ánimo. Tranquilo, no te asustes, no es como que me vaya a derretir por un poco de agua... ¿O si? Arqueó una ceja, como si fuera una duda razonable, sabiendo en el fondo que solo es una broma.
D1563427 · M
Dáleth se mantuvo varios segundos abrazando a Paulette con todo su cuerpo mojado, sin darse cuenta de que habría empapado de agua su vestido. Pero al separarse de ella y verla por completo, soltó un grito de niña, sumamente horrorizado.

— ¡Lettie! ¡Perdón! ¡Perdón! ¡Regresaré al océano y te prestaré uno de mis vestidos! (?)
P1579085 · F
Taciturna caminaría la mujer a orillas del océano a los límites del reino, la noche era fresca y sin duda su naturaleza de ave semi-acuática la hacia disfrutar mucho de la calma que el sonido del agua al moverse le daba. Le sensación del abrazo le tomo por sorpresa, más el sonido de la voz familiar le hizo apoyar sus manos sobre los antebrazos contrarios que la envolvían. Pero si eres tú, Dal. Es peligroso que estés lejos de tu reino.... Pero también te extrañe mucho este tiempo lejos, mi buen amigo.
D1563427 · M
— ¡Lettie! ¡Mi Lettie! — Dáleth se le apareció a la joven cisne, abrazándole por detrás y frotando su mejilla con la de ella. — ¡Vine a visitarte, linda!

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