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Ol1563932 · F
— ¡Ophelia! — La volvió a llamar el muchacho de quince años que había peleado contra viento y marea (y la opinión de sus padres) por encontrarse formado en ese momento; pero la asesina de cabellera escarlata ni siquiera lo miró. ¿Por qué?, ¿lo había olvidado? La sola idea golpeó su pecho y le propició un dolor jamás experimentado. El chico se llevó la mano a la altura del estómago, y se dijo una sola cosa que posteriormente repetiría en sus días grises, como un mantra: Algún día ocuparé una silla a su lado y así será capaz de verme.
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