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Odessa · F
[code]vástago le llenaba de dicha y felicidad, aún su cuerpo aún cargara con la fatiga del alumbramiento, pues había sido un largo trabajo de parto, siendo evidente en su rostro un tanto agotado.

Mis amigos siempre serán bienvenidos, Erundur–dijo ante la formalidad inicial de su querido amigo; estaban a solas y no hacía falta tanta rectitud–. Será un Aldhar formidable, su nacimiento ha sido bendecido por los Dioses del coraje y la valentía, no puedo ser más dichosa–exclamó con orgullo, acariciando suavemente la mejilla del pequeño que parecía dormir, pero que pronto, abriría sus ojos poco a poquito, acostumbrándose a la luz, reaccionando a la voz de su madre–. ¿Quieres cargarlo?–preguntó, alzando la mirada hacía Erundur. Tanta confianza con éste no era gratuita, habían pasado casi toda la vida juntos, creciendo a la par; el nacimiento de su hijo era algo que compartiría con él sin chistar.[/code]
Odessa · F
[code]Las campanas repicaban por todo el Reino desde antes del medio día, cuando nació el pequeño Príncipe; todos celebraban la llegada de éste, desde los nobles hasta el pueblo y otras razas en Nashdag. Pronto la noticia se extendería más allá de los territorios sagrados, y es que era un hecho que marcaba la historia del Reino, pues largos años habían pasado antes de que Nashdag recibiera a un nuevo heredero.

Odessa, por su parte, aprovechaba cada segundo con su pequeño, sabía que dentro de unos días, Nashdag recibiría la visita de diversos Reyes y Reinas, quienes ofrecerían su corona y lealtad al pequeño Aldhar.

Pronto escuchó los pasos de Erundur, lo conocía a tal grado, que incluso podía distinguir ese modo de andar; y fue acertada apenas verlo entrar.

Me alegra que hayas podido llegar–dijo tras escucharlo, descubriendo el rostro del pequeño que yacía cobijado en sus brazos, sonriendo como pocas veces lo habría hecho. No era para menos, su {...}[/code]
E1563126 · M
contemplar el tierno rostro del recién nacido.
E1563126 · M
Sus pasos apresurados hicieron eco por los pasillos del palacio, había estado fuera por asuntos personales, un par de semanas más de lo que habría esperado en realidad pero a su regreso la noticia de que el príncipe había nacido ya hicieron que solo dejase sus pertenencias tiradas por algún rincón para luego acudir a los aposentos de la reina casi corriendo.

Tuvo que serenarse apenas se vio frente a la puerta, no podía entrar montando escándalo por más emocionado que se encontrara, así que apenas dominó sus impulsos abrió con cuidado y sigiloso se adentró en la habitación, llegando justo en el momento en que la dulce voz de la albina entonaba una canción para serenar al nuevo miembro de la realeza

-Mi señora...- Mencionó con tono bajo, haciendo una suave reverencia ante ella -Me atrevo a presentar personalmente mis más sinceras felicitaciones por el nacimiento de su hijo... Felicidades, Odessa- Concluyó dejando la formalidad, acercándose para contemp
Odessa · F
– Shh...–emitió con dulce tono ante el llanto aún tierno e inocuo de su pequeño, tratando así, de aliviarlo. Pronto entonaría una suave canción, una nana que en tiempos lejanos habría sido significativa.– Ojalá que navegues lejos a los campos de fortuna, con diamantes y perlas de la cabeza a los pies.
Ojalá que no necesites desterrar la desgracia, y encuentres bondad en todo lo que conozcas.
–su mirar se inundaba de dicha y amor por tan frágil ser en sus brazos, dejando una porción de su alma en cada suspiro que este le inspiraba.

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