– Mi señora ¿desea descansar? Puedo llevarme al príncipe para que usted duerma, no ha descansado nada. –Magda, quien fuera su mujer de confianza se notaba agobiada por su Reina, ella había asistido a Odessa durante todo el parto.

– Sólo un poco más... ¿crees que quiero dejar de verlo tan pronto? Siento que nunca sería suficiente. –cada vocablo estaba empapado de amor, de la más sincera fascinación por su vástago, tanto como para hacer a un lado su cansancio.– Todo Nashdag aguarda con asías por conocerte, Khaled ¿sabías eso? –le cuestionó, sujetando su frágil manita para acariciar su palma con dulces toques de su pulgar.– Así que debes dormir... Sshhh... –emitió arrullos para él, arropándolo con las sábanas, tratando de hacerlo dormir

– Tienes tanta energía como tu padre. –musitó con gracia al acariciar su terso moflete, delineando su carita con suavidad.– Sospecho que este palacio será muy pequeño para ti. –aún estaba agotada, las horas en labor de parto habían sido pesadas y largas, habían momentos donde incluso casi perdía el conocimiento por tan intenso dolor y fatiga, y hasta el palacio entero había entrado en pánico al ver a su Reina tan vulnerable y en peligro, al igual que a Khaled.
Pero todo aquello habría valido la pena, era un pago justo a cambio de apreciar esa maravillosa existencia; sus cabellos platinados y su mirada cándida, pero férrea y profunda como la de su padre, Rhage. {...}

El júbilo no cabía en su pecho ante cada delicada expresión de tan tierno rostro, de esa delicada creación nacida del amor inagotable que por el Asgardiano profesaba, y que ahora aumentaba al sostener en sus brazos a ese bebé, tan suyo, tan único e inigualable.
Sonrío en respuesta apenas fue testigo de esa pequeña e inocua sonrisa en su vástago, era sin duda como un regalo de los mismos cielos. {...}

[code] " ¿Le has visto? El nuevo príncipe está rebosante de energía. Apenas nuestra reina dió a luz y el pequeño no ha dormido, parece incansable." Murmuraban los sirvientes en el pasillo, asombrados de tanta vitalidad y fuerza por parte del vástago de mundos paralelos. Él neonato era la perfecta fusión de ambos, los cabellos que cubrían su cabecilla era platinados como los de su madre y la mirada era toda de su padre, no sólo en color, tan determinante, tan enamorada de su madre por ser la primera mujer que encontró en su joven vida, aquella que le arrullaba y cantaba con amor, que cumplía sus caprichos desde el vientre, Él; Khaled le sonrió y creaba una fiesta completa con risas y balbuceos que inundaban la habitación. - [/code]