Con pasos firmes y una expresión inexpresiva en su rostro, Alexander avanzaba por los pasillos de su oficina. No era dado a mostrar muchas emociones, pero su mente estaba enfocada en recibir el paquete que le habían enviado desde Italia. Al llegar al área donde Nyxia trabajaba, la encontró sumergida en sus tareas, concentrada y eficiente como siempre.

Sin mostrar cambio alguno en su semblante, carraspeó ligeramente para no interrumpir abruptamente a Nyxia.

— Buenos días, Nyxia —dijo en tono neutral—. Me enviaron un paquete desde Italia, quería comprobar si ya había llegado.

Sus ojos recorrieron rápidamente el escritorio de ella y los documentos que tenía sobre la mesa, sin dar ninguna señal de sus pensamientos o emociones. Era difícil para los demás saber en qué estaba pensando o cómo se sentía, pero eso era parte de su naturaleza reservada.

— También quería saber cómo te ha ido con tus tareas —continuó en el mismo tono monótono—. Confío en tu trabajo, pero necesito saber s