Wonder if it’s too late to be un-adopted. | Child/Canon/AU
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VHs1575897 · F
— Algo — Respondió inmediatamente. Para llegar a la mansión hacía falta un taxi, porque el metro tardaba horas y cruzar las calles le tomaba lo suficiente para ver caer la luz del sol detrás de los altos edificios. Rondar por la ciudad de noche, sin compañía, conllevaba un alto precio a pagar que conoció de adolescente cuando en su torpe ingenuidad marchaba de regreso a casa con Gerard acechándola desde las sombras. El recuerdo, que se sintió tan fresco en el instante que lo pensó, erizó la piel de Vanya. Revolvió esa y otras memorias hasta deshacerse de ellas, reanudando su paso; Cinco se alejaba lentamente dado su estado estático.
"La tienda de donas..." Un tren de memorias sin final surcó a toda prisa en su cabeza. Tuvo la misma sensación de minutos atrás, con la diferencia de que esta vez sintió el dulce aroma de las donas con mermelada recién hechas cosquilleándole en la nariz, o el chocolate caliente llenando las tazas destinadas a cada uno de sus hermanos. La idea le pareció estupenda. Aceptó de inmediato.
— ¿Sabes manejar? Debes haber aprendido tantas cosas en el futuro... —Ella, en cambio, no había mejorado demasiado. Seguía siendo la misma chica depresiva, carente de una habilidad especial que la hiciese resaltar entre la sociedad. Un caso perdido cuyo único motivo para continuar existiendo era...
— ¡Espera! — Antes de bajar las escaleras que conectan con el recibidor, Vanya detuvo a Cinco jalándolo del brazo. El contacto con él, fuese superficial o no, apresuraba los latidos del corazón de Siete increíblemente. Adjudicó dicha reacción a la nostalgia, al tiempo que pasaron separados y ahora podrían recuperar poco a poco.
— Necesito ir a un lugar antes de visitar la tienda de donas. — Su voz fue bajando hasta convertirse en un susurro; no quería que nadie más que Cinco se enterara. — Es... un orfanato. — Las mejillas de Vanya se encendieron notoriamente. Ese era su pequeño secreto, su razón para despertar por las mañanas además de atender las clases y ensayos de violín. Después del fracaso rotundo en el que acabó su libro, Vanya se propuso una meta más tangible y que no perjudicara al resto de su familia (ni que le diera otros motivos para odiarla). Un orfanato le pareció magnífico; dejaría una huella en la vida de niños a quienes comprendía a la perfección.

— Adelántate, si quieres, a la tienda de donas. Te alcanzo antes del atardecer. —
"La tienda de donas..." Un tren de memorias sin final surcó a toda prisa en su cabeza. Tuvo la misma sensación de minutos atrás, con la diferencia de que esta vez sintió el dulce aroma de las donas con mermelada recién hechas cosquilleándole en la nariz, o el chocolate caliente llenando las tazas destinadas a cada uno de sus hermanos. La idea le pareció estupenda. Aceptó de inmediato.
— ¿Sabes manejar? Debes haber aprendido tantas cosas en el futuro... —Ella, en cambio, no había mejorado demasiado. Seguía siendo la misma chica depresiva, carente de una habilidad especial que la hiciese resaltar entre la sociedad. Un caso perdido cuyo único motivo para continuar existiendo era...
— ¡Espera! — Antes de bajar las escaleras que conectan con el recibidor, Vanya detuvo a Cinco jalándolo del brazo. El contacto con él, fuese superficial o no, apresuraba los latidos del corazón de Siete increíblemente. Adjudicó dicha reacción a la nostalgia, al tiempo que pasaron separados y ahora podrían recuperar poco a poco.
— Necesito ir a un lugar antes de visitar la tienda de donas. — Su voz fue bajando hasta convertirse en un susurro; no quería que nadie más que Cinco se enterara. — Es... un orfanato. — Las mejillas de Vanya se encendieron notoriamente. Ese era su pequeño secreto, su razón para despertar por las mañanas además de atender las clases y ensayos de violín. Después del fracaso rotundo en el que acabó su libro, Vanya se propuso una meta más tangible y que no perjudicara al resto de su familia (ni que le diera otros motivos para odiarla). Un orfanato le pareció magnífico; dejaría una huella en la vida de niños a quienes comprendía a la perfección.

— Adelántate, si quieres, a la tienda de donas. Te alcanzo antes del atardecer. —