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HALLOWEEN

Después de todo no había sido una mala idea hacer caso a la propuesta de Aoba, es más, ¡era completamente divertido! Quizá el Halloween podría convertirse en su festividad favorita del año. Era tan colorida y todos parecían felices yendo de uno a otro lado a pedir dulces. Quizá era un poco mayor para eso, pero aún podía disfrazarse de manera hilarante. Hasta había convencido al peliazul de tomarse una foto en el creativo escenario que se hubo preparado en el centro comercial. ¿Ya le había dicho a Aoba lo bien que se veía con aquellas pequeñas orejitas?
 
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Noiz1549823 · 26-30, M
De cierta forma le causaba gracia cada reacción del contrario, cuestionándose si debía o no tomar o no el dulce. Pero él, claro, no se iba a rendir tan fácilmente. Al final, Aoba se rindió y decidió tomar el pequeño chocolate. En su rostro se mostró una sonrisa de satisfacción, pero antes de que se alejara lo suficiente, lo tomó por la nuca, plasmó un beso sobre sus labios y se separó.

¿No es mejor si pruebas el dulce de esa manera?—Cuestionó relamiéndose los labios que habían quedado impregnados de caramelo. Hecho aquello, le besó la mejilla—. ¿Qué quieres hacer ahora?

Tuvo una idea: a lo lejos pudo ver una cabina fotográfica. Siempre había tenido la curiosidad de entrar a una. Además, era una buena oportunidad ahora que Aoba traía puesto tal atuendo—. ¿Qué dices?—Le preguntó mientras enlazaba sus dedos con él para comenzar a caminar en aquella dirección. Al llegar ahí corrió la cortina y le invitó a entrar.
Mientras caminaban pudo sentir la mirada del contrario sobre en él. — ... ¿E-Eh? ... — Parpadeo un par de veces confundido al encontrar su rostro a pocos centímetros del suyo. ¿Quizá tenía algo en su rostro?. Sus ojos viajaron hacia sus labios los cuales sujetaban el pequeño chocolate. Uh ... ¿Acaso ... se lo estaba ofreciendo? Aquel pensamiento hizo que desviara la mirada sintiendo sus mejillas enrojecer ligeramente. No, no podía, es decir, había demasiada gente alrededor, seguramente sería muy vergonzoso. No, no lo haría.


Mordió sus labios antes de volver la mirada hacia el contrario quien permanecía en misma posición, con aquella mirada insistente y sus labios aún ofreciéndole aquella golosina. — ... ¡Uhg! ¡Baka! Suspiro antes de volverse hacia él y, asegurándose de que nadie estuviera observandolos, se acercó a sus labios pasa sostener entre los suyos el pequeño chocolate
Noiz1549823 · 26-30, M
Rió ante su insinuación.

Sí, supongo que será suficiente para eso—decía sin soltar a Aoba, y colocando la cesta en la cinta trasportadora. Cuando por fin fue su turno, el rubio extrajo algunos billetes y monedas de sus bolsillos para entregárselos a la cajera. Quizá debía considerar en comprar algún tipo de cartera.

Les entregaron los dulces en un par de bolsas y salieron del local. Seguramente tendría que visitar al dentista en los próximos días.

De uno de los empaques extrajo un pequeño chocolate y lo colocó entre sus labios. Después, se acercó a Aoba, dándole a entender que debía tomarlo.
Se mantuvo al lado del contrario mientras observaba embelesado la cantidad de dulces que iban llenando aquel canasto. Debía admitir que a pesar de lo infantil que sonase, le entusiasmaba la idea de probar cada uno de los dulces que el rubio había escogido.

Uh ... ¡Si! Creo que con eso sera suficiente como para provocarnos un coma diabetico — Bromeo, dejando escapar una ligera risa antes de tomar la mano del rubio y aproximarse a la caja.

Mientras esperaban no pudo evitar volver la mirada hacia el contrario, quien mantenía la mirada fija en un punto apartado. Ya había olvidado la cantidad de veces que había sonreído en aquel día a causa de él y es que era verdad que la felicidad acaparaba cada espacio de su corazón al compartir cada segundo junto a él.

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Se fue paseando en medio de cada góndola e isla que exhibía todo tipo de caramelo. Seguramente el olor a caramelo quedaría impregnado en sus fosas nasales por algunos días más; aquéllo le parecía un pensamiento divertido.

Volteó a mirar a Aoba, al parecer él lucía igual de desconcertado que él.

Ven gatito... Tengo una idea—dijo mientras le tocaba las felpudas orejas.

Tomo uno de los cestos y algunas bolsas de plástico que encontró cerca de la entrada y junto con el peliazul fue recorriendo los pasillos. Primero llenó una bolsa de gomitas agridulces, una más de bombones cubiertos de chocolate, otra de coloridas grageas, paletas de caramelo, entre otras cosas...

¿Así está bien?—Preguntó con una sonrisa mostrándole el canasto—. De esta forma no tendrás que decidir.
Una ligera risa escapó de sus labios al escuchar al contrario. Mientras que con su mirada recorría cada rincón de la tienda, cada estante y cada cesta que se encontraba repleta de diversos dulces hacían que por un segundo recordara aquellas épocas festivas en las que de pequeño solía visitar el centro comercial con Ba-chan en busca de golosinas. Una sonrisa llena de nostalgia escapó de sus labios antes de volver su atención hacia Noiz quien había recargado su rostro sobre su hombro.

Bueno ... Uhm ... — Con el índice le dio ligeros toques a su labio inferior mientras se dedicaba a decidir entre la cantidad de dulces que se hallaban en aquel local. ¿Chocolates? No ... ¿Que tal unas grajeas? ... o quizá algunas gomitas, aunque las paletas no se veían nada mal. ¿Co-Como era posible decidir? — Ugh ... es difícil escoger entre tantas golosinas.

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Entrelazó la mano ajena con la propia en cuanto sintió el agarre. Su sonrisa se amplió ante su tacto y le siguió, tratando de mantenerle el paso—. No tienes que ir tan deprisa. Te miras realmente lindo—rió.

Después de algunos minutos llegaron a un sitio poco antes de llegar a la zona de alimentos. Era un lugar de techo alto, paredes blancas y uno que otro vinilo decorativo, en medio del espacio se encontraba una especie de árbol cuyas ramificaciones terminaban en formas de paletas bastante llamativas. Y en todo derredor se encontraban diversos estantes y cubos con dulces de todo tipo: goma de mascar, chocolates, caramelos, gomitas, entre otras.

Me siento como Willy Wonka...—Dijo con una sonrisa entre labios, ladeando el rostro para recargarlo en el hombro de Aoba—. ¿Qué compraremos?
Sus ojos se ampliaron al escuchar las palabras del contrario. ¿V-varias cosas? ... ante tal suposición sus mejillas ardieron logrando que el peliazul desviara la mirada hacia su derecha — ... Niño pervertido ... — Murmuro antes de que con su ayuda bajara de la gran calabaza.


¡De ninguna manera! — Adquirió rápidamente antes apresurarse a tomar la mano del rubio y comenzar a caminar en dirección a la tienda — Bien, vamos de una vez por esos dulces, presumido.
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No sé por qué te sigues negando a admitir que eres adorable. Y más con esas pequeñas orejas que traes en la cabeza. Me provoca pensar en varias cosas, ¿sabes?—Dijo con una sonrisita mientras se apeaba del transporte de calabazas, extendiéndole ambos brazos para ayudarle a bajar.

¿Qué seguía a continuación?

¿Aún deseas tus dulces? Estoy seguro que sí. Podemos ir a conseguirlos, a menos que quieras ir tocando de puerta en puerta—bromeó. ¡Ah! ¿Cómo era posible que ese chico le provocase tantas cosas? No lo sabía. Simplemente tenía la certeza de que lo adoraba.
U-uh ... Etto ... — Se encontraba en aquel momento acomodando las pequeñas orejas felinas que adornaban su cabeza. Sus mejillas permanecian con un ligero tono carmeci luego de que la insistencia del rubio lo llevara a personificar aquella situación.

Suspiro al estabilizara por fin las orejas sobre su cabellera, se levanto del lugar donde se encontraban para volver la mirada hacia el contrario quien por cierto lucia demasiado bien con aquel atuendo. Rayos ¿Por que tenia que ser yo el gato? ... Se cuestiono a si mismo mientras sacudía ligeramente su vestimenta provocando que la cola azulada también se desplazara de un lado a otro.

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