Tomó como aprobación el verle levantar sus brazos, él, con premura, se deshizo de su prenda, haciéndola a un lado como nunca hubiese existido. Le gustaba verlo de esa manera, le gustaba recorrer su cuerpo de esa manera; no paso demasiado cuando él ya se hallaba despojándose de su propia ropa. Se acercó a él, rozándole piel con piel, percibiendo aquel calor que comenzaba a surgir por debajo de su cadera. Noiz besó aquel camino no recorrido a través de su torso, subiendo por el esternón y otra vez hasta su cuello: el deseo latió por todo su cuerpo.

Inhaló profundamente, como si quisiera hacer de su aroma algo inherente a él. Con una de sus manos delineó una de sus clavículas con suma delicadeza, mientras su rodilla buscaba rozar en medio de sus piernas con el mero afán de llegar a estimularle.

—¿Te he dicho ya cuánto me gustas?—Cuestionó sin despegar su mirada de la ajena.

"No" no queria que pare, no deseaba parar jamás, pero aun así no lo llegaría a admitir. En aquel momento sus sentidos se encontraban centrados en cada acción que tomaba el contrario, cada caricia que recibía, cada roce, hacía que su mente se nublara cada vez más haciendo que sus pensamientos se consuman.

Con los párpado aun cerrados sintió como el borde de su camiseta iba siendo levantada lentamente dejando descubierta la piel de su estómago " N-no ... No podía ... " Aquello pensamientos se vieron interrumpidos al escuchar aquella petición por parte del rubio. Sus ojos se entreabrieron solo para encontrarse con los suyos, dedicándole una mirada expectante. — ... Huh ... — Desvió la mirada hacia el lado contrario cuestionando aquella idea, sin embargo no pasaron muchos segundos antes de que el peliazul soltara las sábanas y elevará cuidadosamente sus brazos sobre su cabeza antes de volver a fijar su mirada en aquellos ojos color jade frente a él.

—¿En verdad quieres que pare?—Susurró muy cerca de su oído con la voz entrecortada. Él sabía la respuesta. Arrastró sus labios hasta el punto donde latía el pulso, cerca de la base de su cuello; no quería detenerse, ansiaba un poco más de él.

Se incorporó un poco tan sólo para buscar quitarle la camiseta. Sabía que se resistiría, así que fue haciéndolo lentamente, dejando algunos besos sobre sus nudillos, pasando luego hacia su abdomen, buscando subir sin dejar un espacio sin recorrer; elevó de a poco la tela, revelando la nívea piel de su torso.

—¿Puedo...?—Inquirió con el corazón ansioso, esperando su aprobación para poder proseguir.

Entreabrió sus labios cuando sintió las suaves manos del rubio acariciar su cuerpo lentamente, tentando cada parte de su estomago y parando peligrosamente cerca a cierto zona sensible sobre su torso. ¿Cómo era posible que bajo un simple tacto el peliazul se encontrará a merced del contrario? Sus párpados se cerraron y un suspiro salió de sus labios antes de que una ola de calidez lo haga volver a concentrarse plenamente en el rubio frente a él.

El aire comenzaba a ser cada vez mas y mas escaso para el peliazul, el calor iba rodeándolo mientras sentía los labios del contrario recorrer un camino invisible desde su cuello hasta su oreja. — ... N-Noiz ... — Sus dedos estrujaron las sábanas mientras de manera inconsciente ladeaba la cabeza en dirección contraria. — ... Pa-Para ... — Susurro haciendo un esfuerzo por contener un jadeo.

—Ich liebe dich auch... mehr und mehr, Aoba—dijo a media voz, correspondiendo a sus palabras. ¿Y cómo no hacerlo teniendo a una persona como él a su lado?

Se sentó a horcajadas, haciéndole retroceder de a poco hasta que su espalda hubo tocado la suavidad del colchón. Tras acomodarse sobre él, una sonrisa ladina atravesó su rostro mientras las yemas de sus dedos descendían hacia la piel descubierta, ahí, en la parte baja de su azulina camiseta. Le acarició muy lentamente y fue subiendo, palpando con deleite desde su abdomen hasta llegar a sus costillas.

Sus labios encontraron su propio camino, enfilando un pequeño camino de invisibles besos que subían por su cuello hasta su oreja, misma que capturó en su par de labiales.

Sus pómulos ardieron mientras correspondía a las caricias que el rubio le proporcionaba a su paladar, lento y excitante sentía como aquel calor abrasador comenzaba a inundarlo.

— Creo que ... debería hacerte la misma pregunta ... — Fue lo único que logró articular antes de fundirse nuevamente en los labios del contrario. Adictivo, todo en el comenzaba a hacerse adictivo, lo necesitaba, lo deseaba de innumerables formas. Sentía como su corazón palpitaba ante cada roce, ante cada caricia caia mas y mas ante el.

Lo queria, simplemente le era inevitable no hacerlo. Dejó un suave beso sobre sus labios antes de alejarse un momento del contrario y adquirir en un suave susurro "Ich liebe dich ... mehr und mehr".

Era un crimen no suspirar a un placer tan sencillo.

Le acarició tiernamente los labios con los suyos, lamiéndoselos con suavidad y besándole cada comisura; su lengua traspasó la línea de sus labios y se enredó con la suya. Noiz rodeó la delgada cintura de Aoba, acercándolo más hacia sí.

—¿Cómo es que aceleras mi corazón con cada beso?—Cuestionó antes de besarlo intensamente, más que antes. Como si su hambre sólo pudiese saciarse con su boca, como si los primeros besos no hubiesen sido más que un preludio a una intimidad más profunda.

Entre besos, entre suspiros, entre roces, de su boca salió más de un «Te quiero».

Noto su corazón acelerar al sentir como los labios del contrario se apropiaban de los suyos nuevamente, bajo un cálido y pasional beso.

Sus mejillas ardieron ante la dulce sensación que comenzaba a rodearlo, la manera en la que el rubio lo hacia sentir era suficiente como para alborotar cada fibra nerviosa dentro de él, llevándolo a estremecerse ligeramente mientras correspondía a los labios ajenos. — ... Nngh ... — Llevo una de sus manos hacia el torso del contrario antes de separar ligeramente sus labios, dejando escapar cortos jadeos.

Conforme se iba acercando fue cerrando sus párpados, y cuando todo el espacio se hubo reducido, besó sus labios de forma breve, suave, húmeda, discreta antes de alejarse un instante para mirar aquellas mejillas arreboladas.

Sonrió.

Volvió a acercarse y esta vez ladeó la cabeza, queriendo adaptarse mejor a su fisionomía. Se permitió respirar de la calidez de su aliento y volvió a presionar su boca con la ajena, esta vez en busca de un beso más pasional.

— ... Uhn ... — Miró con ojos risueños al contrario mientras sostenía aquel palillo de chocolate entre sus labios. ¿C-Como es que había aceptado a jugar aquel juego? Un ligero rubor cubría su mejillas mientras sentía cómo él iba acercándose lentamente hacia su rostro provocando que sus párpados se cerraran.