¡Delicioso! Y pensar que no había probado otro tipo de comida. Seguro habría muchas más cosas cosas por probar, y no sólo en Midorijima.
Después de pasar el bocado, volvió a erguir su cuerpo y emitió una risa disimulada. —Tengo diecinueve, Aoba. Pero comer no es lo único que sé hacer—bromeó—. Por cierto, ¿estaría bien si llevamos algunas cajas más de takoyakis?