Soltó un improperio. El golpear a uno de los NPC's le hizo dar media vuelta y casi le costó llevar el acelerador en sentido contrario. Sin embargo, supo manipular el movimiento y se mantuvo dentro de la pista.

Alcanzó a ver a Aoba con el rabillo del ojo y notó que se hallaba tan concentrado como él. No movió ni por un momento su índice del gatillo —el acelerador— y trató de permanecer lo mejor que pudo dentro del camino —mismo que aún poseía una que otra curva antes de llegar al final—.

¡Un poco más, sólo un poco más!

Al igual que el peliazul, su torso se inclinó hacia la pantalla involuntariamente. Estaban tan cerca de la culminación, uno rozando al otro, en pocos segundos cruzarían la línea de meta; Noiz cerró los ojos y...