Maniobró el control de mando de izquierda a derecha, esquivando cada obstáculo que se mostraba frente a su «Black Cadillac 1960». Había logrado rebasar a Aoba por escasos metros.
—Morderás el polvo—dijo con una divertida sonrisa esquinada.
Entrecerró los ojos al notar que el peliazul había tomado ventaja en su pequeña distracción. Quizá aquello le habría costado la carrera. Sin embargo, algo se le ocurrió. No. En realidad era algo que quería hacer desde hace rato. Con suerte conseguiría que ambos quedaran a la par.
—Oe, Aoba...—Lo llamó, y sin previo aviso, ladeó su costado hacia su derecha y estampó un beso sobre la mejilla del contrario.
