- Esbozó un gesto bobo al escuchar la voz del " espejo", estar de pie luego de varios días con fiebre no la hacía la mujer más inteligente, pero sí, seguía siendo tímida y vanidosa, amaba escuchar aquellas palabras-
Eres un espejo muy encantador...- murmuró apenada, con ese visible rubor en sus mejillas morenas. - ¿Crees que de verdad soy la más bonita de Egipto? - continuó arreglándose, quería salir a los pasillos viéndose esplendorosa, y no con un rostro demacrado tras su convalecencia-
Sorprendido, aunque no podía verla pero sí escucharla, robó del samurai una sonrisa tonta. No quería jugarle una vroma que resultara tan pesada, pero iba a pecar de molesto por un instante. No iba a quedarse con los brazos cruzados y mucho menos, no.
—Lo digo en serio, faraón. ¿Quién como usted? —sus manos se mantienen ocupadas con un trozo de tela, perfecto para absorber la cantidad necesaria de agua fresca, pues estaba a punto de sumergirlo. Con cuidado de no hacer demasiado ruido, utilizando los dedos para que la tela se humedezca poco a poco.
- Había estado enferma por varios días, por lo que apenas se había levantado y su inteligencia no estaba del todo muy despierta; escuchó la voz y de verdad creyó que el espejo le había hablado-
¿¡Qué?!¿Lo dices en serio? Qué va, me harás sonrojar ~
