—Nikto —respondió con su nombre, a secas. Guardó silencio tras revelarlo, más que nada por el cansancio. El sisear de las hojas viajando en descenso acompañó el pronuciar del nombre ajeno, mismo que le hizo abrir los ojos nuevamente.
Manteniendo su posición boca abajo puedo admirar por así decir las acciones, movimientos o expresiones del mayor terminando por denominar que estaba cansado, aquí que seguramente fue un enfrentamiento largo y tedioso. Tuvo la idea fugaz de bajar del árbol pero mejor seguir con su distancia.
Una persona curiosa entiendo ¿Tienes un nombre? El mio es Tinick pero me llaman Eva. ¿Hmm? Convertirme en una bebida, creo que no y si pudiera no quiero morir (?)
Rio un poco balanceándose para volver a sentarse sobre la rama, ocasionando así el desprendimiento de unas cuantas hojas.
Lo primero que llamó su atención fueron los ojos ajenos, el brillo antinatural que emanaban. Su mente seguía intentando adivinar el qué era esa mujer, pero estaba demasiado aturdido para pensar mucho.
—Soy alguien curioso, eso es todo —el cansancio no le dejó formular una mejor respuesta. Cerró los ojos por varios segundos, hablando con los párpados impidiendo su visión. —Si puedes ser muchas cosas, ¿puedes convertirte en una lata de cerveza? Eso me gustaría justo ahora.
Muchas cosas entonces por eso tienes ese aroma sobre tu piel.
Sabía que estaba bajo ella y que ahora más que todo se acomodó bajo el mismo árbol en el cual estaba, creyó que rompió una galleta por el sonar de su espalda una manera peculiar de distinguir los sonidos.
¿Qué soy? Decirte es limitarme pero te aseguro que soy y puedo llegar a ser muchas cosas ¿tú que eres?
Afincando sus manos a la rama dio una vuelta para quedar boca abajo dejando ver sus llamativos ojos amatista iluminados con intensidad, parecía un hombre inteligente dentro de sus parámetros pero ¿Cuánto? Bueno tenía tiempo para averiguarlos.
—Maté muchas cosas esta noche. Quizás una de ellas era un lobo.
Tomó asiento sobre el suelo, apoyando su espalda en contra del árbol. Tensó su espalda, provocando un sonoro y doloroso crujir. Entonces miró hacia arriba, observando por primera vez a la mujer.
—¿Qué eres? —preguntó tajantemente, haciendo obvio el hecho de que era natural que no hablaba con una humana.
Se deslumbro en su semblante una sonrisa, mientras movía sus piernas de lado a lado al no tacar el piso por obvias razones “la altura en donde se encontraba”
Oye cazador mataste al lobo ¿verdad?
Era un poco extraña o posiblemente singular su manera de relacionarse con las personas con quien se topaba, pues sus palabras llegaban a emanar filo como una sinceridad bastante conflictiva. Lo importante es que por lo menos no se mostraba agresiva solo curiosa.
Se había vuelto imposible el no reaccionar a su "admiradora". El aroma de carne con acero que tanto le irritaba emanaba de ella, con intensidad tal que el escozor en su nariz empezaba a ser molesto.
—Somos dos, entonces —tan agudo su oído como el resto de sus sentidos, esa palabra respondió, sin importar si era un comentario retórico que ella dijo para sus adentros. Había detenido su andar bajo el árbol, ni siquiera tuvo que mirar hacia arriba para observarle, saber que estaba ahí.
La atrajo el aroma a hierro como una abeja a su miel, quedando distante en el horizonte una sombra afeminada de una joven descansando, a su parecer; sobre la copa de una rama. Con una intención paralela de entre acortar o no la distancia mantenía sujeto entre sus labios el palito de una paleta que estaba a punto de tronar bajo sus fauces.
