Nicoletta creció con la idea de ser la única hija mujer de su difunto padre, pero al término de un tiempo se vino enterando que su familia no era su familia. Donna después de poco más de una década traiciono la confianza y amor de Antoine, sin embargo, el bebé que quiso hacer pasar como de él murió. Le pidió a su amante que no le importaba el precio, tenía que encontrarle otro recién nacido lo más pronto posible, así fue como Nicoletta llegó a la familia. Así que podríamos decir que nunca se sintió parte de los Salerno, era como si dentro de ella hubiera un abismo difícil de llenar.
Ahora tiempo después descubrió que junto con Emil pertenecen a otra familia unida por un lazo cósmico que los cubre como un manto estelar y ella tiene un gemelo al que acaba de conocer y ya siente como si fuera su propia carne.
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En el jardín de cuclillas mientras admiraba las flores tenía a un lado a la persona con quien comparte el signo zodiacal, pero quien es más que solo un integrante de la familia. Lo miro desde abajo, tenía que sacarse la duda de encima por ello lo cito en ese lugar que le da particular paz. —Dante...¿Cómo te sientes en mi compañía? —
Desconociendo desde el principio su origen nunca tuvo intención de saber de dónde venía, Antione se había encargado hasta el día de su muerte de hacerle sentir amada y deseada como si tuvieran la misma sangre.
Pero había un fallo. A veces en sueños sentía como si hubiera un secreto que solo ella podía descubrir y entender con un amor tan puro como el de tu otra mitad, y no se trata del amor de pareja o sexual. Había días que el humor era tan voluble que se la pasaba encerrada luego del colegio, lloraba sin explicación o tenía una rabia infinita como si hubiera despertado de un letargo; cosas incomprensibles que le hicieron mala jugada teniendo que pasar por diversos “tratamientos” hasta que se cansó mandando a la mierda los doctores con todo y pastillas.
