-No parece siquiera inmutarse por las palabras de la mujer, o siquiera por el cambio en ella. El demonio entiende, pero lo hace en un silencio lúgubre. Ahora mismo es como si no hubiera ni un sólo sonido alrededor, ninguno a parte de ellos. John suspira con ligereza, lo hace cerca del oído de Zylith. Luego le susurra con esa voz rasposa que ha arrastrado desde que posee el cuerpo de John Smith.- Hay algo mejor que eso. -Hace una pequeña pausa, entonces se acerca un tanto más, la calidez de su aliento sólo se compensa con la frialdad de su tono.- El cuerpo inerte de un hermano, el dolor a través de un rostro acallado por el terror de la muerte. El aroma de la sangre. Un cuerpo enfriándose. -Como si se tratase de un encanto, es como si de unas palabras tan simples el mero concepto de la tortura se hiciera palpable, una realidad llena de colores trágicos.- Tu muerte, Zylith. -Sentencia con el desapego que sólo un espíritu corrupto y destruido como él puede tener.-