-¿Siquiera el demonio puede sentir lástima o empatía por ella? No podría importarle en lo más mínimo lo que aquella mujer decía, pero su reacción, si, su reacción lo era todo para él que eran tan básico e instintivo.- ¿No disfrutaste su muerte? -El canadiense vuelve a hablar con normalidad. Su lenguaje corporal se centra en el alcohol, en la atención por su vaso que no tiene siquiera hielo. Se permite un trago más antes de levantarse, sólo para aproximar más su asiento al de la mujer, casi al punto de invadir su espacio personal. Se vuelve a sentar y se inclina hasta finalmente estar lo suficientemente cerca como para susurrar.- El tacto con la carne, el color de la sangre. La sensación de que una vida que antes no era tuya ahora te pertenece. -Sus ojos estaban llenos de tentación, eran unos orbes hipnóticos repletos de ese color tan puro y similar a la sangre. Palpitan con un ligero tono más oscuro, mientras sus pupilas se contraen en un profundo desagrado.-