Los banderines eran colocados por todas las ciudades del reino, el aroma de los asados llenaba el aire, música por doquier, la alegria que era contagiada de habitante en habitante, sabrían que habría buenas cosechas, la tierra daría sus más bellos y deliciosos regalos, los reyes estaban juntos de nuevo, el regreso de el principe primogénito, la alianza de la princesa Alix y la llegada en compañía de aquel dragón de la princesa Nirelle, había más de un motivo para celebrar.
Todos habían vuelto a casa. En el jardín principal del palacio de Asernova una gran fiesta era organizada(...)
El ver llegar a su hermano fue un gran alivio para él, soltando un suspiro al liberar la tensión, incluso mostrando una ligera sonrisa antes de verlo acomodarse a su lado. Fue atento a las palabras de la reina, escuchando en seguida el tumulto, gritos, aplausos, todo mezclado e incluso lastimando ligeramente sus oídos, pero acompañando con un par de aplausos más leves y propios.
—Finalmente llegaste. Me sentía como la oveja negra del rebaño~—
Musitó suave, en un murmuro a oídos de su hermano y con cierto tono de gracia, claro que sin afán de ofender a la familia real, pero el contraste era bastante evidente, ellos de colores alegres, llamativos y florales, mientras que los hermanos más oscuros, opacos y conservadores.
—Sin duda las fiestas de Asernova no dejan de sorprenderme. Aunque aún no me acostumbro a tanta gente alrededor.—
