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A pesar de pasar tantos años separadas, aún veía a Naqi'a como un ejemplo, ella era una líder natural, algo que Kiara se había esforzado por conseguir como hija del alfa de la manada. —Diré al clan que tenemos tu apoyo.— Se sentía un tanto más aliviada, a pesar de la masacre y las pérdidas, había una esperanza.

—Nunca más...— repitió en voz baja, con la vista fija en las llamas enfurecidas, tanto como su corazón al desear la cabeza de esas dos lobas en su pared. Llevó una paleta a sus labios, buscando su zona segura personal, mientras se ponía de pie. —Te veré mañana aquí mismo, hay que trazar un plan por si las cosas salen mal con la Serpiente.
Naqia · 31-35, M
Sonrió de medio labio por su crítica no solicitada a su licor, era lo que había a final de cuentas, los ladrones no resultaban muy exigentes con el sabor del licor que robaban. Tomó la botella de vuelta, la meneó un poco antes de dar otro trago. — No puedo pasar por alto los asesinatos de infantes y madres, no somos salvajes, Kiara. — cerró sus ojos un momento, sintiendo la mano de su hermana apoyarse en su hombro. ¿Cómo decirle que ni esa cercanía sería capaz de brindarle paz?.
— Intentaré conseguir información, mantengan la distancia hasta que les de una señal...resguarden a las madres y cachorros. No podemos bajar la guardia... — Se levantó mirando las llamas, apretó sus puños — ¡Nunca más! — frustrada arrojó la botella de licor contra la fogata provocando que el fuego creciera furioso.
Tomó la botella, imitando la acción de Naqi'a, luego, limpió sus labios con el dorso de su mano, mientras sentía como el licor bajaba por su garganta, brindando cierta sensación de alivio. —Habría querido regresar a casa y beber alcohol tan terrible como este hasta que mi cerebro pudiera olvidar todo lo que vio.— Dio un segundo y último trago, antes de darle la botella de vuelta.

—Es bueno saber que aún te importa la familia, Naqi'a...— Colocó la diestra sobre el hombro de la leona, sus dedos presionaron ligeramente, un vago intento por tranquilizarla. —Podemos. Es decir, podríamos... los ancianos aún no están del todo convencidos. Pero quizás sea momento de hacer las paces con la serpiente. Para nosotros, en este momento, ella es el mal menor.
Naqia · 31-35, M
El temple de Naqi'a por fin se vio quebrantado por los recuerdos de aquella escena, los cuerpos, la masacre que sin piedad alguna de cometió como si hubiese sido el mismo demonio quién guío aquella carnicería. Bajó su mano para buscar en un saco una botella, quitó la tapa con sus dientes, la escupió a un lado y dio un trago grande como si eso fuera capaz de borrar los recuerdos. Seguido a esto extendió la botella a su hermana, exhaló el aire al sentir el calor en su garganta y pecho antes de continuar. — El clan de Firenze se ha aliado con salvajes. — miró de reojo a la menor, apretó sus puños haciendo sonar el metal que cubría su brazo derecho. — Nuestro clan por si solo no tiene oportunidad. ¿Que hay de los otros clanes?...¿Podemos aliarnos?
—Los rumores vuelan más rápido que el mismo viento...— Por más fuerte que pudiera ser su temple, aquélla desgracia había marcado a su gente, era un daño irreversible e irremediable. Se sentó a su lado, y tomó la paleta entre sus dedos índice y pulgar; apartándola de sus labios, sus pupilas ámbar se quedaron fijas en las llamas.

—Ofréceme un trago, hermana. Los recuerdos son demasiado amargos y mi garganta arde.— Pidió, antes de continuar. —No es ningún secreto que el clan del norte buscaba expandirse. Intentaron tomar por la fuerza territorio que no les pertenecía. Quizás provocaron su propia extinción, pero no por eso es menos doloroso. Nadie en su sano juicio mataría a un niño... ¿Qué somos si no animales salvajes si ya ni siquiera respetamos la nueva vida?— Suspiró. —El clan de Firenze obtuvo su venganza y muchos de nosotros ahora queremos sangre.
Naqia · 31-35, M
Volvió a tomar asiento en las cajas que anteriormente había robado a unos bandidos, apoyo sus antebrazos en sus piernas y suspiró pesadamente fijando su mirada en el fuego, parecía que escuchar el crujir de la leña resultaba sin duda más interesante que prestar atención a Kiara. — Lo sé. — respondió casi automáticamente sin apartar la mirada del fuego. — Yo misma fuí a comprobarlo. — por fin levantó la mirada hacia su hermana y negó con su cabeza. — ¿Tienen idea de quién fue? —
No esperaba menos. Colocó la mano sobre su cadera, dejando su peso en una de sus piernas, movió un poco con su lengua el dulce que llevaba en su boca, en un afán por dejar el cigarro que había cambiado por golosinas.

—El clan del norte cayó. No dejaron a nadie vivo.— Aunque no quisiera, iba a escucharla. —Incluso masacraron a las madres y a los cachorros. Cuando llegamos, todo era una maldita carnicería.— Soltó un pequeño suspiro, su expresión se suavizó. —Para ser mayor, te comportas como una cría. Ni siquiera quieren que vuelvas, solo que vivas. Si alguien está cazando leones... tampoco estás a salvo.
Naqia · 31-35, M
Frunció el ceño inmediatamente, si había algo que podía poner de mal humor y tener un peso en su vida, definitivamente era "la manada". Le resultaba ridículo que enviaran a una de los suyos a darle semejante advertencia, cómo si fuera a quitarle el sueño. — Tu cara me suena, la verdad no recuerdo tu nombre. — mintió, su postura se relajó pero por más que intento relajar sus facciones le resultó imposible. Estaba ante otra alfa de su misma especie a final de cuentas. — Viajaste para nada, deben saber que no pienso volver. Ve y dales ese mensaje, corre y no vuelvas nunca más. —
—No tienes que actuar de ese modo, no es mi intención lastimarte, Naqi'a.— Se detuvo al otro lado de la fogata, con su mirada fija en ella. —Supongo que han pasado suficientes años como para que ni siquiera te acuerdes de mi. Eso, o no me reconoces sin dos coletas despeinadas.— Hermana de manada, aunque Kiara era un par de años más joven, recordaba bien a esa leona temeraria que decidió vivir su vida a su manera. —Nunca dejaste de ser parte de la manada y me enviaron a advertirte.
Naqia · 31-35, M
Sus pasos habían sido lo suficientemente sigilosos para tomar por sorpresa a Naqi'a quién se levantó rápidamente de su lugar adoptando una postura defensiva. — No estás en una posición muy favorable si ese es el caso. — sonrió ladina y mantuvo fija su mirada en la figura de aquella extraña.

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