- Escuchó con serenidad las palabras que Maxito decía, había razón en ellas, pero él no entendía del todo la situación que él y su hermana tenían. El amor entre ellos había resultado enfermizo, lo suficiente para que se alejaran y al parecer sería para siempre. - La sigo amando, pero de la manera en que lo hacía no, la he dejado ir de mi corazón y posiblemente sea su recuerdo lo que a veces me hace sentir cierta melancolía.

Un peculiar y delicioso aroma se incorporó repentinamente, pero sobretodo de forma discreta y sigilosa. Reconoció la presencia ajena y sin duda se alegró de verla llegar de inmediato se levantó para cederle su asiento. -

Estoy algo nostálgico, Hati, pero sin duda alguna tu presencia es además de bienvenida, grata. ¿Cómo estás?

Con prudencia, se mantuvo alejada de ambos, sin escuchar en su totalidad la conversación. Veía con atención a ambos hombres, hasta que finalmente decidió acercarse. Lentos eran sus pasos, hasta que quedó cerca de ambos y en su faz yacía serenidad, algo poco natural en una chica de su calaña: ruda y con sentimientos explosivos.

— ¿Se siente mal, Nadir?

Y ahí estaba, mostrando una preocupación que a muy pocas personas les demostraba, ni siquiera era así con su padre, del cual siempre se refería de manera negativa. Llevoy la diestra sobre la cabeza de Máxito, revolviendole los cabellos.

— Espero tú también te encuentres bien y te quites de la cabeza tus ideas bizarras de matarte.

No digas esas cosas, no dejes de amar a alguien por mucho muy lejos que se hayan ido. A veces las cosas no se dan como uno quiere, pero los sentimientos deben perdurar. -Exclamó en un tono bastante alto y animado, quería ver bien al mayor a toda cosa, aunque en parte le dolía verle de esa forma. Por el momento sus ojos se cerraron y luego asintió con la cabeza.- No agradezcas, yo soy el que está agradecido contigo. Me diste un motivo para seguir con mi vida cuando había perdido mi camino.

La amaba tanto...- un largo suspiro escapó de sus labios, probablemente era una forma de resignación- Se fue y se llevó parte de mi vida, aún me duele cuando pienso en ella. - besó la frente de su hijo al escuchar las últimas palabras que pronunció- También me siento feliz de tenerte, me has ayudado a sentirme menos solo y has aliviado parte de mi obsesión por mi hermana. Gracias, Maxito.

¿Ilce? -Ladeó la cabeza unos momentos, sabía que hace tiempo su padre le había comentado sobre ella pero no recordaba mucho al respecto, sólo tenía algunos fragmentos vagos en su cabeza sobre la relación de ambos. Por lo pronto sus manos se pasearon por la espalda de este mientras mantuvo una sutil sonrisa.- Estoy seguro que algún día volverá y si no lo hace, yo siempre estaré para ti. Sinceramente no se que haría sin ti...

- Contempló la mirada de su hijo. No sabía cómo decirle que extrañaba a Ilce, su hermana. Temía que lo juzgara con dureza, pero supuso merecía saber la verdad- Extraño a Ilce, mi hermana. Hace meses se fué, se alejó por completo de mí y hoy no he dejado de pensar en ella.

Eso espero... -No estaba para nada convencido con su respuesta y mucho menos satisfecho, a lo que poco a poco se apartó para fijar su mirada en su rostro.- Quiero saber que te ocurre... Deseo ayudarte, aunque solo sea escuchandote.

Me alegra, ya lo merecías. - Suspiró y negó, no pretendía atormentar a su hijo con sus problemas, menos ahora que estaba animado. - Tranquilo, es algo pasajero. Ojalá mañana sea un día igual de maravilloso para ti

Yo tuve un día hermoso. -Se abrazó al mayor con mucho cariño y recargó su mentón en su hombro.- ¿Qué pasó Daddy? ¿Quieres contarme?

Solo tuve un mal día...- abrazó a su hijo y lo despeinó como de costumbre- ¿Cómo estás?