Había mantenido su sonrisa en todo momento, sin embargo, por un instante su mirada se había agudizado al momento en que finalmente se reveló dicho experimento. Aquel azabache repudiaba dicha práctica pues era algo que consideraba un proyecto nada ético, le recordaba las constantes diferencias que tenía con aquel cabezota inglés. Aunque le daba mérito a la dama por buscar alternativas.

—Comprendo, hace tiempo mi esposa me había comentado que eso era posible... aunque la resurrección es un atributo casi divino, por lo que mal ejecutado solo creará la perdida de una fracción del alma y memoria.— Llevó su índice a su barbilla al pensar algún método que le acomode a la mujer. —Bueno, eso solo es capaz de hacerlo un séptimo hijo de un séptimo hijo. O eso tenía entendido. Aunque los homúnculos siempre son tan fiables, solo mira lo que Morgana le hizo a su hermano el rey.—

— Nick será. — un nombre usual, una actitud que parecía un tanto evasiva, no iba a presionar, sin embargo le encantaba el olor del lugar, madera vieja, polvo difícil de limpiar, especias, inciensos. Definitivamente para salir del tedio vendría a comprarle a él en lugar de conseguir los ingredientes como antes.

— Estoy intentado revivir a un ser humano, sin embargo prefiero probar primero en algunos cadáveres sin relevancia antes de arruinar al...— Tose disimuladamente — objetivo. En fin....cerdos y animales de talla media son secillos, el problema es que necesito que pueda hablar y recordar... — Aquello vino con clara naturalidad. —Si no es posible me disculpo por el atrevimiento. — incluso se quitó su sombrero para evitar bloquear su rostro en señal de disculpa.

—Nick... Puede llamarme Nick, mademoiselle. Esa es una buena noticia, es bienvenida cualquier día que desee.

Agregó siguiendola al tiempo en que tomó un frasco de vidrio templado, con la medida que la dama solicitaba; y una manguera de goma, misma que usó para trasladar algo del extracto de rosas diluido en un aceite contenido en un recipiente de mayor tamaño. Al mismo tiempo buscaba recordar algo de aquel peculiar grimorio.

Su mirada se agudizó al grado de comenzar a analizar el tipo de ingredientes que ella solicitaba, varias formulas comenzaron a cruzar su mente, recordando en lo que ella podría utilizarlas, levantando sospechas.

—Bueno, podría usar cerdos al ser un ser con composición similar al humano o reclutar vagabundos y prisioneros sentenciados a muerte.— Comentó manteniendo calma y atención a sus acciones. —En cuanto a su libro... bueno, cierto matemático inglés muy famoso fue el ultimo del que supe tenerlo.

Cada objeto era tachado de su lista y uno a uno lo revisaba con cuidado, no era que dudada de su autenticidad, al contrario, le emocionaba ver ingredientes tan puros tan limpios y bien etiquetados.

Antes de siquiera preguntar por un último ingrediente el hombre llamó su atención, aquello era emocionante y a la vez peligroso ¡Excitante!

— Ya veo...— la respuesta era vaga, había notado su cambio de tema, no buscaba indagar, sabía que mientras ella tomaba orgullo de su edad y poder, había otros que llevaban una vida más tranquila en anonimato.

— Tal vez venga de vez en cuando, un poco de té, unos bocadillos para sentir que no pasa el tiempo... — alzó una ceja aún curiosa de los objetos. — Dígame humilde Hombre...— hizo una pausa necesaria y de su sombrero sacaría un pequeño frasco con un dedo disecado. — Tengo que hablar en algún código secreto para conseguir cosas así? Necesito sujetos de prueba y no me gusta robar cuerpos de tumbas...— ¿Que era lo que planeaba hacer?

... —Sigue abierta pues aún hay jóvenes interesados en aprender, más por afición que por vocación, eso me ayuda a mantener los ingresos estables junto con la librería y la cafetería.— agregó alegremente. Así mismo el título de aquel libro lo recordaba muy bien, había escuchado de él, hasta un punto, le habían ofrecido tener uno, sin embargo, le había rechazado.

Su larga cabellera caía sobre sus hombros, negra y suave, algunas hebras ya mostraban signos de vejez; lo acomodó en una cola de caballo, usando un sencillo listón azabache. Aquel demoró un poco para ponerse a acomodar las cosas que solicitaba la dama, pues si vender libros era solo una fachada para ocultar de los mortales la venta de sustancias mágicas y algunos remedios medicinales.

Caminó fuera del mostrador haciendo un suave movimiento con su mano, claramente indicaba que le siguiera. Se dirigió a una puerta al fondo de todos los estantes repletos de libros, bajando a una escalera hasta el sótano, donde podría encontrar varios estantes con pociones y otros ingredientes, donde comenzó a reunir lo que la bruja indicaba. —El Liber Juratus Honorii, el Liber Juratus Honorii... — se repetía a sí mismo tratando de recordar el espécimen. —Hmmm... seguro alguien más habrá colocado la tarjeta, puedo adivinar el responsable.— comentó mientras reunía los ingredientes.

guinda entre las hojas de mi viejo Liber Juratus Honorii.... Qué bizarro... — estaba dándole una pista, ella quería saber si se trataba de algún viejo ser, o si no era más que un joven a cargo de la tienda.

Su dedo índice de la mano izquierda se convertiría en una pluma fuente y mientras él hablaba ella iba escribiendo y tachando. Sin dejar de ver su lista como una anciana intentando enfocar. — Los quinientos están perfectos. — Y los tachó de su lista con su dedo. — Mediano, por favor. — y también tacharia eso — Dame....un galón. Está bien de madera, creo que puedo recubrirlo. Y.....— soltó un leve suspiro ante la sugerencia. — Intenté de polilla, abeja y...— chasqueó la lengua varias veces contra su paladar. — De libélula. No puedo creer que estén haciendo caza furtiva... Entonces agrega también por favor extracto de rosas un litro. — dicho eso hizo desaparecer su libreta y si dedo dejó de ser una pluma fuente, inhaló con relajación aquel olor a menta y le regaló una sonrisa mientras lo veía organizar las cosas. — Dígame.... ¿Cómo es posible que una tienda de objetos mágicos siga abierta....después de tantos años? No creo que sea coincidencia encontrar la fina tarjeta de terciopelo guind

... ¿En qué medida? ¿Agua de lluvia? Solo tengo un par de galones de hace tres días; morteros únicamente de madera; las alas de hada han escaseado los suministros debido a la caza furtiva, por lo que su precio ha aumentado... Aunque podría ofrecer algunas alas de polilla, podrían ayudar en sus efectos que son muy similares.— respondió mientras acariciaba su barbilla. Era algo extraño, sin embargo, aquel hombre despedía un suave aroma a menta, misma que se mezclaba con el de la dama frente a él.

Una vez más sonaría aquella melodiosa campanilla al ser golpeada por la puerta, anunciando un nuevo rostro, pero más importante, una nueva venta. Aquel administrador estaría detrás del mostrador esperando a que el último cliente saliera con su colección en mano de la famosa novela "Game of Thrones" en edición especial.

Había escuchado aquel peculiar encargo de la recién llegada con una excéntrica sonrisa en su rostro. Demasiado alegre para alguien en sus cuarenta. Aquel hombre vestía sencillo, pero casual: pantalones de vestir y zapatos negros, camisa blanca y un chaleco haciendo juego con las piezas inferiores. Acomodo aquellos anteojos pequeños ocultando su mirada.

—Vaya, vaya... El werewolf es difícil de conseguir, aunque está de suerte, tengo los últimos 500 gramos... Tamizadores,