—No se molestó en contestar, simplemente dejó una mordida sutil en su oreja con una risa que se escapaba de por medio. Volvió hasta encontrarse frente a ella y así poder levantar su rostro por la barbilla.— Por supuesto, puedo ser tu profesor y asistirte con todas las asignaturas. Me haría muy feliz poder ayudar de esa forma. —La mirada del castaño se perdía en la ajena antes de dejarle un último beso en el que estiraba su labio inferior.—