*La pequeña no evita sonrojarse con la acción del hombre, tras aquellas palabras y, casi sin emitir sonido alguno, asiente con la cabeza, como un gesto afirmativo.
Sin embargo, pronto, al pensar en su mayor temor, consigue expresar, muy a su pesar del las emociones repentinas que la toman desprevenida y, en cierto modo, la abruman.*
Las primeras veces nunca son buenas, necesitas practicar más con tus poderes si quieres que resulte. Yo podría ayudarte a practicar si así lo deseas, soy tu siervo al fin y al cabo, estoy para cumplir tus ordenes.
-Tales palabras fueron expuestas con una extraña amabilidad, al mismo tiempo que se separó con sutileza para arrodillarse frente a ella, siempre vigilando que no se desmaye o caiga por la falta de energía. Por lo pronto aprovechó esa posición donde su estatura quedó casi a la par suya pero un poco más alto, para tomar su mano derecha con la propia y así depositar un caballeroso beso en su dorso.-
*Hasta hace poco la pequeña descubrió que tenía cierto poder curativo, nada impresionante y, por supuesto que sólo podía hacerlo con lesiones que no fuesen mortales, sin embargo, el usarlo la dejaba agotada y, cuando lo hacía, dormía más de la cuenta para recuperar la energía. Sin embargo, sabía que a su padre le desagradaría que lo hiciese, puesto que, un día, le preguntó por aquello, y él respondió que es una princesa, no una sanadora, y no está bien que alguien en su posición demuestre tal nivel de compasión por los súbditos.*
Lo hice por primera vez cuando unos niños maltrataron a un Felino Rojo. Pero... pero los quemé por accidente.... *Aquello, sin duda pesa sobre la pequeña, tanto por remordimiento, como por temor a su propio poder y, ligeras lágrimas resbalan por sus mejillas.*
-Aquello sin duda llamó su atención y hasta cierto punto le enterneció su preocupación pero claro que no era necesario tal cosa, su regeneración por medio de su armadura iba a hacer el trabajo por si sola, pero aún así no omitió palabra, más solo la recibió en brazos para que no cayera por falta de energía.- No diré nada.
*A su respuesta, la niña toca con cuidado sus heridas, cerrando sus ojos, durante unos minutos, para drenar un leve calor, sin embargo, no destructivo como lo sería el aura del esparvus, sino reconfortante. Cuando retira la mano, sólo musita.* Listo. *Para después terminar cayendo sobre él agotada.* No le digas a padre...
No me meto en problemas de mujeres, los hombres somos bestias que constante prueba de quien es más fuerte que el otro. -Alzó sus hombros con indiferencia, no deseaba profundizar mucho más allá su disputa con el sujeto, así que decidió mantenerse en silencio.-
Eso no es cosa de hombres... ¿porqué a veces dices cosas raras? *Expresa la pequeña con una leve molestia.* Yo he visto a la tía Ash y a Lady Vaneza pelearse por cosas que se dicen. El otro día terminaron con la cara sangrada las dos...
